Alaric Vorg Sus labios son tan suaves que resulta inimaginable. No hay palabras exactas para describir la sensación de tenerlos contra los míos, como si fueran seda mojada, como si el mundo pudiera detenerse sólo por ese contacto. La aprieto con fuerza, con el deseo desesperado de que este momento no termine nunca. Ni siquiera me detengo a pensar en por qué está sucediendo o qué significa. Me dejo poseer, rendido a su tacto, perdido en el sabor de su boca, como si fuera la única verdad en un universo lleno de mentiras. Pero entonces, se aparta. Me detiene, negándome el derecho de un segundo beso. Hace a un lado su trenza con un gesto coqueto y se ríe suavemente, desviando la mirada hacia mis hermanos. Su cuerpo — mitad cubierto, mitad expuesto — se revela como una visión divina. Esa muj

