Los días pasaban junto conmigo castigada. Mi madre aún no me perdonaba la hora en la que había llegado hace una semana a la casa y mi padre se encontraba casi todo el día en el trabajo, por lo que la escuela era el único lugar divertido al que podía ir. Empecé a tomarme mi malteada de vainilla, mientras escuchaba a Nicolás hablar enfrente mío. - ¿Te vas a comer las papas? - Nicolás entrecerró los ojos y negó, a lo que yo sonreí y empecé a quitarle unas cuantas de su plato. - ¿No me estás escuchando cierto? - Yo negué con las papas en la boca. - Si te estoy escuchando tonto - Tomé un sorbo de mi bebida para poder pasarme las papas - Pero esa historia ya me la sé - Nicolás se cruzó de brazos - La historia que quiero saber es la de Rebeca - Vi como mi mejor amigo alzaba la ceja. - M