Unos golpeteos en mi puerta lograron despertarme. Los abrí lentamente para que poco después los volviera a cerrar de golpe por culpa de la luz del sol. Los golpes no cesaban, por lo que grité ya enfadada. Antes de que me sentara en mi cama para poder ponerme mis pantuflas, estiré todo mi cuerpo. Una vez sentada, miré mi reloj de mesa y bufé. - Las diez y media de la mañana - Gruñí. Me paré y me dirigí a donde provenía ese sonido tan fastidioso. Agarré el picaporte con mi mano y le di la vuelta trayendo hacía mi la puerta, para así mostrar a mi madre con los brazos cruzados y el ceño fruncido. - ¿A qué hora llegaste ayer Melissa? - Yo rodeé los ojos y me di la vuelta para volver a acostarme en mi cama - Contéstame ahora. - No importa - Me puse las cobijas hasta la altura de mi rostr