3.- ¿Tú?

2671 Palabras
(10 años después…) —¡Mamá! —grita Eileen desde su habitación. —¿Qué pasa mi llaverito? —le pregunto mientras escucho sus pasos acercándose a la cocina. —Hoy vas a recibir una noticia en tú trabajo —asegura sentándose a desayunar. —Eileen, no debes creer en todo lo que sueñas —la recrimino. Parece que después de todo, mi hija si heredó un don, como mi madre y mi madrina, ya que tiene sueños premonitorios y en algunas ocasiones, como hoy, me ponen demasiado nerviosa. —Buenos días —saluda mi madrina al entrar a la cocina. —Abu, mi madre sigue creyendo que mis sueños no son reales —me acusa Eileen de inmediato. Mi madrina me mira y mueve la cabeza. —Aitana, tienes que reconocer que ella heredó un don. —Eso lo reconozco, pero sabes que no me gusta ser supersticiosa, además ese don le ha ocasionado migrañas muy fuertes. Eileen es una niña muy inteligente, se parece demasiado a Caleen: cabello n***o, piel clara, ojos oscuros y tiene su misma sonrisa, por desgracia también heredó las migrañas que ha su corta edad la han hecho sufrir bastante. Después de que entré a mi trabajo actual, obtuve un buen seguro médico que me llevó a un especialista muy bueno y con su ayuda y algunos tratamientos naturales, se ha mantenido controlada, y eventualmente tiene sus citas médicas para revisar que todo vaya bien con su salud. Empezó a hablar muy pequeña y conforme crecía, nos contaba los sueños que tenía, en algunas ocasiones fueron malos y realmente pasaban desgracias a nuestro alrededor; así que un día, le dije que tenía que dejar de creer en lo que soñaba, y lo hizo, pero ahora que es más grande los sueños vuelven con más intensidad, por suerte, ahora entiende un poco mejor las cosas y mi madrina le ha ayudado a canalizar su don para que no afecte su salud emocional, qué es lo que realmente me preocupa, sea como sea, ella es pequeña para controlar sus emociones. —También soñé a papá —menciona mientras desayuna. Un nudo se instala en mi estómago, nunca le he hablado mal de Caleen, al contrario, le mostré las fotos que tenía de él y le conté todo lo que sabía, pero no le dije la razón por la que nos separamos, ella cree que él se tuvo que ir a estudiar y no volví a saber nada de él para decirle de mi embarazo. Y en parte no es mentira, porque si hubiera tenido la oportunidad, sí se lo hubiera contado. —¡Aitana! —exclama mi madrina sacándome de mis pensamientos. —¿Sí? —pregunto mirándola. —Te decía que yo llevaré a Eileen a la escuela hoy, tengo algunas citas en el café para lecturas. —Está bien, gracias madrina. Desde que llegamos a San Francisco, tuvimos varios empleos, fueron momentos complicados para las dos; vivíamos en un pequeño estudio en muy mal estado, pero poco a poco logramos salir adelante. Después de que Eileen nació, me puse a estudiar para buscar mejores oportunidades y unos años después de tocar muchas puertas, logré un puesto importante como asistente de gerencia en una compañía de construcción, llamada Marbell Construction. Con mi salario, conseguimos rentar un apartamento mucho mejor y me compré un coche. Mi madrina me hace el favor de ayudarme con Eileen, ya que solo trabaja por citas en el café y gracias a eso no me ha afectado los horarios de mi trabajo. Nuestra vida dió un gran cambio, desde que tuve la suerte de encontrar este empleo. Mi madrina y yo, a veces hablamos de mis padres, pero no volvimos a tener comunicación con ellos . Unos meses después de irnos, nos enteramos que Igor estaba bien y eso nos dejó más tranquilas, aunque sin ganas de volver a saber nada más; aún no puedo creer que mi madre le diera la llave de mi trailer a Igor, para que entrara aquella noche a abusar de mí, con eso me quedó muy claro que ella nunca me quiso. Nos despedimos y me voy a la oficina. Me sorprendo un poco al llegar, porque noto a mis compañeros preocupados. —Hola muñeca —me saluda Aston, él trabaja en el departamento de finanzas, es un chico muy guapo: alto, delgado, cabello castaño un poco crespo, sus ojos verdes brillan con intensidad cuando está de coqueto, o sea la mayor parte del tiempo. Desde el día que llegué a trabajar, se ha portado muy amable y aunque me ha invitado a salir, no he aceptado, le he dejado claro que solo acepto su amistad; sinceramente no tengo intención de tener una relación, no quiero descuidar a Eileen y tampoco quiero tener una aventura con él, que pueda afectar nuestra relación laboral. —Hola, Aston —respondo a su saludo—. ¿Qué está pasando? —le pregunto—. Todos parecen asustados. —Parece que la jefa tiene que darnos un comunicado y por lo que escuché, no son buenas noticias. A mi mente vienen las palabras de Eileen, solo espero no quedarme sin trabajo porque la situación está realmente difícil. Me siento frente al escritorio y organizo los pendientes que tengo, en eso suena el teléfono. —Aitana puedes venir a mi oficina, por favor —me pide Harlow, mi jefa. —Claro, enseguida voy. Hago algunas respiraciones para alejar los malos pensamientos y voy a la oficina. Entro y veo que tiene algo en sus manos. Harlow es la dueña de la compañía, su esposo falleció un poco antes de que yo entrara a trabajar; no tuvieron hijos y ella se ha hecho cargo de todo. Es una mujer de unos 45 años, muy guapa: piel morena, cabello n***o, ojos color miel y labios gruesos. —Necesito hablar contigo Aitana. —Claro —me siento frente a ella y deja la carpeta que tiene, para unir sus manos entrelazando los dedos, señal de que está nerviosa. —Tengo algún tiempo pensando en retirarme, quiero ir con mi madre a Pensilvania, como bien lo sabes, ella ha estado un poco delicada de salud y yo estoy completamente sola aquí. La empresa es próspera, pero yo no tengo ánimos de seguir, la vida se me está yendo y quiero disfrutar lo poco o mucho que le queda a mi madre de vida. Paso saliva nerviosa, esperando lo que tiene que decirme. —Vendí la empresa —me informa y da golpecitos a la carpeta. Las manos me empiezan a sudar de los nervios—. No quiero que te pongas nerviosa, hablé con el arquitecto que la compró y me aseguró que conservaría a todos los empleados. —No sé qué decirte Harlow, me alegro mucho que regreses con tu madre, pero no voy a negar que te voy a extrañar demasiado. —Gracias Aitana, te prometo que hablaré con el nuevo dueño para que todo siga igual contigo y tu seguro médico, sé cuánto lo necesitas. —Te lo agradezco, Harlow —digo sincera, ya que ella sabe que gracias a eso mi hija ha estado mucho mejor. —Volviendo al trabajo, tendremos una reunión con todos los empleados en unas horas, para avisar de los cambios que se aproximan —me notifica. —¿Cuándo te irás? —La próxima semana, sé que puede sonar algo precipitado, pero esto lo venía negociando desde hace tiempo y sinceramente no podía rechazar la oferta que me hicieron —asegura—. Mañana vendrá el nuevo dueño a conocer las instalaciones, es un arquitecto muy famoso, estoy segura que llevará a Marbell a un nivel mucho más alto, es dueño de las constructoras más importantes del país —agrega—. Te pido que todo esté listo para mañana, por favor, quiero que se lleve una buena impresión al conocerlos a todos. —Así será, Harlow —aseguro. Me quedo unos minutos más con ella, para revisar su agenda y cancelar sus citas a partir de la próxima semana, todo esto me tomó por sorpresa. Salgo de la oficina y Aston me está esperando. —¿Nos quedamos sin trabajo? —me interroga. —Parece que no —respondo con tristeza—. Pero hay cambios, se anunciarán en una reunión en las próximas horas. —Bueno, ya me enteraré, ahora me voy a trabajar, te veo al rato —se despide y se va a su oficina. Después de la reunión, el ambiente en la oficina es triste, sabemos que no nos vamos a quedar sin trabajo, pero los cambios siempre traen consecuencias y no sabemos el impacto que todo esto tenga. Salgo de la oficina algo tarde, ya que dejo todo listo para mañana recibir al nuevo dueño. Llego al apartamento y Eileen sale a recibirme. —Mami, ¿cómo te fue? —pregunta dándome un abrazo. —Tenías razón mi llaverito, cambios en el trabajo. —¿Son malos? —interroga mi madrina preocupada. —No, o no lo sé, Harlow vendió la empresa, y aunque nos dijeron que no habrá cambios con el personal, estoy preocupada. —Déjame ver qué dicen las cartas —dice mi madrina poniéndose de pie para traerlas. —Madrina, no, si es algo malo no quiero saberlo —comento preocupada, nunca me ha gustado creer en nada de eso, en el fondo me asusta saber el futuro. Regresa después de unos minutos y trae un paño rojo para ponerlo sobre la mesa, empieza a revolver las cartas y después las acomoda frente a mí. —Mamá, debes creer o no te saldrá nada —me recrimina Eileen. —Hay hija —bufa mi madrina—. No perderás el trabajo, pero ese hombre que va a llegar a tu vida, no te verá con buenos ojos, de hecho parece que ya te conoce y te guarda mucho rencor. —No tengo idea de quién será el nuevo dueño madrina, no puede conocerme, a menos que sea uno de los arquitectos con los que he tenido problemas por los retrasos en algunas construcciones. —Puede ser, hija —asegura—. Aquí veo complicaciones y algunas lágrimas. —Ay no, seguramente es ese arquitecto Saubert, que siempre que va a la oficina, me desnuda con la mirada, tendré que buscar otro empleo, no podré trabajar con ese hombre como mi jefe. —Tranquila hija, no te adelantes —me tranquiliza mi madrina—. ¿Ese hombre es mayor? —me pregunta. —No lo sé, tal vez unos 40 años. Sigue sacando cartas y su cara se ve contrariada. —Madrina, tu cara me asusta, mejor ya no me digas nada —la interrumpo poniéndome de pie—. Vamos a cenar, estoy hambrienta. —Pero hija… —Dejémoslo así, por favor —le pido y asiente. Eileen me sigue a la cocina y pone los platos en la mesa. —Mami, mi amiga Jade me invitó al cine mañana después de la escuela ¿puedo ir? —¿Quién las va a llevar? —la interrogo. —Yo —responde mi madrina entrando a la cocina—. El abuelo de Jade también irá —menciona coqueta por lo que Eileen y yo sonreímos. —Me parece que esta cita está planeada por el abuelo de Jade y no por Jade —comento y mi madrina suelta una carcajada. —No, fue idea de las niñas —asegura con las mejillas sonrojadas. —Por mi está bien que vayan, es probable que mañana salga algo tarde de la oficina. —Gracias mami —dice Eileen abrazándome. —¿Hiciste tu tarea? —le pregunto. —Claro, siempre la hago—responde. Cenamos conversando de lo que hicimos durante el día, y al terminar, me pongo a recoger la cocina. —Yo termino hija, ve a descansar —sugiere mi madrina. —No, tu haces demasiado cuidando a Eileen, cocinando y limpiando la casa, no sé qué haría sin ti madrina. —Ni yo se que haría sin ustedes, Eileen y tú son mi motivación para seguir adelante. —Y me parece que el abuelo de Jade también —bromeo y se ruboriza. —Ya estoy mayor para esas cosas, pero, no voy a negar que Devon es todo un caballero. —Nunca se es mayor para disfrutar del amor. —Y lo dices tú, que no te das la oportunidad de volver a amar —me reprocha—. Desde que llegamos a San Francisco has salido unas cuantas veces. —Ay madrina, es que, aunque han pasado diez años de lo de Caleen, yo siento como si hubiera sido ayer, está dentro de mi corazón y no puedo olvidarlo, me dolió lo que hizo, pero lo que siento por él, es demasiado fuerte. —Lo sé hija, además Eileen es igualita a él, es imposible que lo olvides, pero también puedes darte la oportunidad y tú no lo has hecho, ¿qué tal que le aceptes una salida a Aston? Es un chico muy guapo. —Sí, lo es, pero también es un coqueto y mujeriego, y yo no estoy para que me destrocen el corazón nuevamente. —Bueno, esperemos que algún día llegue el indicado, eres muy joven y no puedes quedarte toda la vida sola. —No lo sé, tal vez cuando Eileen sea un poco más grande, lo pensaré, pero ahora no. Termino de recoger la cocina y le doy un beso a mi madrina. —Ahora si me voy a descansar y tú deberías hacer lo mismo —le sugiero. —Tienes razón, hasta mañana, hija, que descanses —se despide caminando a su habitación. Voy a la habitación de Eileen y ya está dormida, agradezco que sea una niña tan responsable y bien portada. Le doy un beso en la frente y apago la luz para irme a mi habitación. La mañana pasa de prisa y logro llegar a la oficina un poco más temprano; estoy nerviosa, pensando en el nuevo jefe, si es Saubert tendré que renunciar y eso me tiene demasiado inquieta. —Hola muñeca —me saluda Aston. —Buenos días —respondo a su saludo. —Te traje algo —dice y me muestra un ramo de flores de colores—. Sé que estás preocupada por el cambio y quería alegrar tu mañana. —Gracias, Aston, es un detalle muy bonito, definitivamente alegraste mi día. Tomo las flores y voy a la pequeña cocina que tenemos para tomar un florero con agua y poner las flores en mi escritorio. —¿Algún día me aceptarás una invitación? —me pregunta esperanzado. —Puede ser, si eres consciente que solo será como amigos. —Seré consciente, pero la esperanza nunca se pierde —bromea y me hace sonreír. En eso llega Harlow y Aston se despide para ir a su oficina. —Buenos días, Aitana, ¿está todo listo para recibir al nuevo dueño? —Por supuesto —aseguro. —Llama a todos los empleados, los quiero en la sala de reuniones y tú no te separes de mí, por favor —me pide y revisa su reloj—. El arquitecto está por llegar. Entra a su oficina y llamo a todos los empleados que empiezan a llegar a los pocos minutos. —¿Ya están todos? —pregunta Harlow saliendo de su oficina. —Sí —respondo y asiente. Me pongo de pie y nos acercamos al elevador, en eso se abren las puertas y hay tres hombres, dos están al frente e internamente agradezco al cielo que ninguno de ellos sea Saubert, ya que es imposible no reconocerlo a primera vista, es un hombre bajito y calvo. Los dos hombres que están al frente se bajan y nos saludan muy formales inclinando la cabeza, cuando se baja el tercer hombre, se quita los lentes oscuros y mi corazón deja de latir momentáneamente. —¿¡Tú!? —exclama sorprendido al verme.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR