4.- El pasado regresa

2211 Palabras
Hola, hoy comenzamos con las actualizaciones diarias. Mil gracias por todo el apoyo que me dan con cada una de mis historias. Esta en especial, es sencilla, un poco tóxica y cliché a mi manera, así que si están listas, las espero cada día durante el próximo mes. No olviden que esta historia es exclusiva de Dreame y Sueñovela, por lo que puede ponerse de paga en cualquier momento. Las quiero un montón y estoy deseando que disfruten de esta nueva aventura, que comienza hoy ♥️ ********************* —Bienvenido Simmons —dice Harlow llamando su atención. —Gracias —responde y la mira—. Vengo acompañado de mi asesor financiero y de mi abogado —explica presentando a sus acompañantes. Los años le han sentado muy bien, trae su cabello más corto, pero sigue un poco alborotado, ahora tiene barba y la trae perfectamente arreglada, tiene un traje n***o hecho a la medida, por lo que se puede notar que su cuerpo esta más tonificado, trae una camisa negra y los zapatos impecables. Me mira de nuevo y esos ojos oscuros que tanto recordaba, se quedan clavados en mí, su mirada es intensa y fría. Está sorprendido, pero sabe disimularlo muy bien, en cambio yo, siento la respiración entrecortada y las manos húmedas. —Ella es Aitana Hamlin, mi asistente —me presenta Harlow—. Pero, no sé si ustedes ya se conocían. —No —niega Caleen de inmediato y me mira de pies a cabeza. —Por favor, vamos a la sala de reuniones —pide Harlow intentando quitar la incomodidad que se siente—. Tengo a todos los empleados ahí, para que puedas conocerlos. —Perfecto, vamos —responde. Empiezan a caminar y yo me quedo clavada en mi lugar, siento los pies tan pesados, que no puedo moverme. —¿Aitana estás bien? —me pregunta Harlow al ver que no me muevo. —Sí, estoy bien, los alcanzo en un momento —le digo y asiente. —No tardes, por favor —me pide—. Después de presentar a los empleados, tendremos una reunión importante y te necesito ahí. —Claro —le aseguro y me voy con prisa al baño, cierro la puerta y me recargo en la pared intentando respirar con normalidad. Jamás me imaginé volver a ver a Caleen, la última vez que supe algo de él, me dijeron que vivía en París. Me miro en el espejo y me veo pálida, mojo mis manos con agua fría y humedezco un poco mi cuello, tengo que tranquilizarme, aunque el temblor de mis manos me indica que eso será imposible. A los pocos minutos después de hacer varias respiraciones, me siento un poco mejor y voy a la sala de reuniones; entro y muchos empleados ya se han ido. Me acomodo cerca de Harlow, los empleados que quedan se siguen presentando y explican el cargo que ocupan. Aston es el último, se presenta y el asesor de financiero le pide acompañarlo para revisar algunas cosas, salen y el abogado está hablando con Harlow. Siento la mirada de Caleen clavada en mí, pero no me atrevo a mirarlo. —Creo que si me acompañas a la oficina podría mostrarte lo que me pides —le explica Harlow al abogado y él asiente. Me pongo de pie rápidamente y Harlow me hace una seña con la mano. —¿Podrías mostrarle el edificio al arquitecto Simmons, por favor? —me pregunta. —Claro. —Gracias —contesta—. Simmons, lo dejo en buenas manos. Salen y Caleen se pone de pie. —Empezaremos por el primer piso —le indico y él me sigue al elevador. Nos subimos y al cerrarse las puertas, puedo sentir el aroma de su loción tal y como la recordaba. Es extraño, pero eso provoca que vengan a mi mente todas las imágenes de lo que pasamos. —¿Cuánto tiempo tienes trabajando aquí? —me interroga sacándome de mis pensamientos. —Cuatro años —respondo. —¿Entonces sabes bien el manejo de la empresa? —Podría decirse que sí. El elevador se abre de nuevo y bajamos. Le muestro las oficinas que están en el primer piso y él solo me sigue sin decir nada, así seguimos hasta volver al quinto piso, donde están las oficinas principales. Harlow nos está esperando al bajar del elevador. —¿Qué te pareció todo Simmons? —le pregunta. —Tienes excelente personal, Harlow, te felicito. —Por eso te pedí que no hicieras cambios hasta que los conocieras, te aseguro que no te arrepentiras. Me mira con frialdad y se encoge de hombros. —Eso espero —farfulla—. No arrepentirme. Harlow sonríe y lo hace pasar a su oficina, apenas desaparecen y me dejo caer en la silla de mi escritorio cubriéndome la cara con las manos. —¿Todo bien? —me pregunta Aston acercándose—. ¿Pasó algo con Simmons? —¿Lo conoces? —indago. —No mucho, aunque sé que es un tipo algo arrogante, sabe lo que representa y no lo oculta. —¿De verdad es así? —cuestiono. —Sí, él sabe que es uno de los arquitectos más importantes y se da a desear, te aseguro que ese tipo tiene contratos multimillonarios para muchas construcciones por lo que le resta de vida. —¿Te cae mal? —le pregunto al notar como se expresa de Caleen. —No, pero siento que es un poco prepotente, aunque eso no le quita que ha llegado tan lejos a pesar de ser joven. En eso Caleen y Harlow salen de la oficina, Caleen mira a Aston y después a mí como si estuviéramos haciendo algo malo. —Aitana, el arquitecto Simmons vendrá la próxima semana para que organices su agenda —me informa Harlow. —Eso lo puede hacer con alguna de sus asistentes ¿no? —pregunta Aston y Caleen lo mira molesto. —Hay cosas que me gusta arreglar personalmente, no acostumbro delegar asuntos importantes —asegura—. Espero que usted tampoco ¿cuál era su nombre? —cuestiona. —Aston Bruns. —Claro, Bruns —repite el apellido con énfasis—. Ahora que soy el dueño de la empresa, me gustaría dejar claras las nuevas reglas a partir de la próxima semana, y le aseguro que le haré llegar una copia, para que decida si está de acuerdo o no, en aceptarlas, antes de que yo tome posesión de la constructora. Aston asiente incómodo. —Pensándolo bien, muéstrame ahora como manejas la agenda de Harlow, para asegurarme que funcionará para mí —me pide. —Por supuesto Simmons, pasen a mi oficina —responde Harlow rápidamente. Tomo el IPad y lo sigo a la oficina mientras Harlow se queda recriminando a Aston por su comportamiento. Apenas entramos y me mira molesto. —No me gusta que mis empleados tengan tratos que no sean profesionales dentro de mis oficinas —expone—. Tampoco me gusta que pierdan el tiempo en horas de trabajo. —Sí lo dices por mí, Aston es… —No me interesa lo que hagas fuera de la oficina —me interrumpe—. Pero ahora todo va a cambiar, tengo reglas y el lugar de trabajo se respeta —bufa y toma asiento en la silla detrás del escritorio—. Empezaremos porque te dirijas a mí con más respeto. —Bien, me quedó claro señor Simmons. —Necesito que el lunes a primera hora envíes un correo a todos los empleados con las nuevas normas de la empresa. —Por supuesto. —Trataré de venir algunos días de la próxima semana, quiero revisar todos los perfiles de los empleados para asegurarme con quién estoy trabajando. Saca una tarjeta del bolsillo interno de su saco y me la entrega. —Ahí está mi correo y mis números de teléfono, empieza enviando tu perfil —ordena. Lo miro y me reta con la mirada—. ¿Algún problema? —No, ninguno, ahora mismo se lo envío —aseguro tomando la tarjeta. —Necesito que tengas disponibilidad las 24 horas, se te asignará un teléfono para que puedas estar disponible. —¿Las 24 horas? —le pregunto incrédula. —Sí, ¿tienes algún inconveniente? —cuestiona. —Es una constructora, que se puede ofrecer durante la noche que pueda arreglar yo. —Te aseguro que te puedes sorprender, claro, si quieres seguir trabajando aquí —me reta con una sonrisa burlona—. Ahora, muéstrame cómo llevas la agenda de Harlow. —Aquí tiene —le acerco el IPad para mostrarle. —No está mal, pero yo uso una agenda más moderna que está conectada a mi teléfono, en la semana te enviaré un nuevo IPad para mis citas. —Bien ¿necesita algo más? —le pregunto poniéndome de pie. Me siento realmente incómoda y su actitud me está poniendo de mal humor. —Envíame también el perfil de Bruns —pide—. Necesito ver qué tan preparado está para el puesto que tiene. —Claro, enseguida lo hago. Salgo de la oficina y de inmediato le envió lo que me pidió. Harlow se acerca a mi escritorio. —Será un excelente jefe —comenta entusiasmada—. Ya lo verás. Le sonrío apretando los dientes. «Si ella supiera» Caleen sale de la oficina, ya trae sus lentes oscuros de nuevo, ahora lo veo como realmente era: un hombre adinerado e importante en el que nunca debí poner mis ojos. —Harlow, me voy, muchas gracias por tu amabilidad —dice estrechando su mano—. Te aseguro que Marbell Construction quedará en las mejores manos. —No lo dudo Simmons, tienes una trayectoria impecable —lo halaga—. Por favor, piensa lo que te dije de los empleados. —Ya lo veremos, si ellos aceptan quedarse con los nuevos cambios, por mí no habrá ningún problema —asegura mirándome. —Aitana, con todo lo que ha pasado, me olvidé que se pasó tu hora de comer —se disculpa Harlow avergonzada. —No te preocupes —la tranquilizo. —Ve a comer ahora —sugiere. Tomo mi bolso y me subo al elevador con prisa para alejarme de ellos, bajo y salgo de las oficinas. No tengo hambre, pero sé que si no como algo, me sentiré agotada el resto del día, entro a un pequeño restaurante que está cerca de las oficinas, ordeno una ensalada y un jugo. ¿Por qué reencontrarme con Caleen justo ahora? Después de tantos años, estoy segura que en cualquier momento se enterará de la existencia de Eileen y tengo mucho miedo de lo que pueda pasar; no sé si está casado y tiene más hijos que no vean con buenos ojos a mi pequeña. Empiezo a comer, pero ni siquiera disfruto la comida, siento un nudo en el estómago que no se quita con nada, parece que la comida se quedara instalada en mi garganta impidiéndome respirar con normalidad. Llamo a mi madrina para saber si ya recogió a Eileen y me dice que van a cambiarse para ir al cine, al menos ellas se están divirtiendo. Regreso a la oficina y Harlow me está esperando. —Aitana, es mejor que te vayas a descansar, la próxima semana será un poco complicada y tal vez salgas tarde unos días. —¿Estás segura? —le pregunto. —Sí, siento no haberte dicho con tiempo lo de la venta de la compañía, pero la oferta que me hizo Simmons tenía caducidad y no podía rechazarla. —No tienes que disculparte Harlow, además te mereces ese descanso al lado de tu madre, has trabajado demasiado. —Gracias Aitana. —¿Segura que no me necesitas para nada más? —vuelvo a preguntar. —Estoy segura, ve a descansar, Simmons tiene muchos planes para la próxima semana y te va a necesitar a su lado. —Está bien, gracias Harlow —me despido y salgo de las oficinas para ir a mi apartamento. Llego y todo está en silencio. Me quito los zapatos y me dejo caer en el sillón, miro a mi alrededor y me siento un poco melancólica. Este apartamento lo compré con mucha ilusión cuando empecé a trabajar en Marbell, no es muy grande, pero es perfecto para nosotras; tiene tres habitaciones, la cocina es amplia, la sala comedor es un espacio abierto por lo que se ve mucho más grande y vivimos en una zona residencial, la escuela de Eileen está cerca y no me queda lejos de la oficina. Pensar que puedo perder mi trabajo por los nuevos cambios, me pone un poco nerviosa, espero no suceda nada malo con Caleen como mi jefe, aunque por lo que logré ver, es un hombre completamente distinto al que recordaba, o quién sabe, tal vez nunca lo llegué a conocer realmente y este es el verdadero Caleen Simmons. Entro a mi habitación y me cambio de ropa. Mi sueño de trabajar en una oficina, vestida con falda, medias y zapatillas, se me concedió, y hasta esta mañana, me sentía feliz con mi trabajo, ahora veo mi futuro incierto y no tengo idea de lo que vaya a suceder.
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