Caleen… Despierto al sentir el sol entrando por la ventana, tengo a Aitana sobre mi brazo, está profundamente dormida, y es lógico, pasamos una noche intensa y demasiado especial. La miro y aún no puedo creer que la tengo de nuevo entre mis brazos, fueron tantos años de sufrimiento, pensando que se había burlado de mí, que todo esto me parece un sueño del que no quiero despertar. Sobre todo por lo que pasó anoche, que por fin me animé a pedirle que se casara conmigo; tenía miedo de que me rechazara, ella me había pedido un poco de tiempo y aunque intenté esperar, la verdad es que no quiero separarme de ella y de mi pequeña por más tiempo, por suerte, tuve la dicha de que me aceptara. Me pongo de pie con cuidado para no despertarla, está desnuda y solo de verla, me pongo duro de nuevo,