Lucifer me ayudó a levantar y me escoltó hasta la salida, al abrir la puerta Bael estaba allí con varios demonios lo bastante intimidantes detrás de él. — Sus majestades... — susurro sorprendido. Lucifer que me llevaba unas dos cabezas de altura se acercó, Miguel estaba detrás de él y era lo bastante alto como para ser visto. — Bael, lleva estos demonios fuera de mi castillo, que estén alerta... Por si mi hermano quiere divertirse. — le ordeno Lucifer, su hermano soltó un “tchh” un sonido que expresaba lo fastidiado que estaba. — Está bien, su majestad. ¡Ya oyeron! Fuera de aquí. — les ordenó Bael. Los demonios salieron rápidamente del castillo, en su mayoría saltaron desde el barandal hasta el primer piso, las gárgolas parecían tener un sueño pesado, ninguna de las que cuidaban las