Cuando ya había llevado a la última alma a la puerta que la anciana me indicó me di cuenta de que Lucifer me miraba desde una distancia respetable, fruncí el ceño y decidí ignorarlo. — Gracias niña, no se qué habríamos hecho sin ti... Es una alegría saber que hay ángeles incluso en el infierno. — dijo el hombre al cuál acababa de llevar hasta la puerta. — No me agradezcas, fue la anciana quien me pidió que los trajera a todos, por cierto... ¿Eras el último? — pregunté echando un vistazo a mi alrededor. El hombre negó con la cabeza y señaló a la distancia, una niña pequeña se encontraba pérdida, llamaba a su mamá y a su papá, sus bonitos ojos miraban desconcertados el lugar en el que se encontraba. — ¿Qué de malo podría hacer una criatura cómo esa? — pregunté, pero nadie respondió, el h