Durante los últimos momentos de Isabella, cuando el mundo se desvanecía en el fondo azul difuso del mar y todo se volvía silencioso, se encontró pensando en dos cosas. La primera fue el momento en que había dado a luz a Valery, era tan pequeña, tan frágil, y en cuanto la enfermera se la entregó, Isabella sintió miedo, no porque no la quisiera, sino porque temía no poder darle la vida que merecía, económicamente estaba estable, pero en cuanto a apoyo emocional, carecía de él por completo, su miedo creció aún más cuando Valery tenía apenas un mes y parecía odiar todo lo que hacía, parecía odiarla. —Ese fue el primer momento en que pensé en la muerte —recordó Isabella. Valery no la necesitaba, Travis no la necesitaba. Entonces, ¿por qué seguir viva? ¿Cuál era el propósito? Pero entonces e

