Owen no habría creído que algo realmente le había sucedido a Isabella si no hubiera visto su teléfono, roto en el suelo del lugar al que ella le había enviado la ubicación. Cuando lo recogió y lo examinó, le quedó claro que no se le había caído por accidente, como él había esperado con ansias, al contrario, alguien lo había pisado deliberadamente, dejando un agujero del tamaño de un zapato en la pantalla. —Mierda… —maldijo, guardando el teléfono en su bolsillo mientras escaneaba la zona con la mirada, tratando de encontrar alguna pista, alguna señal de hacia dónde podría haber ido Isabella. No sabía cuánto tiempo pasó buscando, pero al final no encontró nada, y eso solo alimentó aún más el pánico que crecía dentro de él. Dándose cuenta de que seguir dando vueltas en círculos no lo llev

