Cuando Isabella escuchó pasos detrás de ella sus ojos se abrieron de inmediato y, a una velocidad casi alarmante, se giró, solo para encontrarse frente a un rostro familiar. —¡Christian! —exhaló, aferrándose a la barandilla bajo su mano— No me asustes así. —No era mi intención —respondió él, haciendo una leve reverencia que de alguna manera le recordó a Isabella al compañero con quien había venido— Solo estaba pasando por aquí cuando te vi, pensé en… bueno… —vaciló—, disculparme. Observando cómo él se colocaba a su lado, Isabella arqueó las cejas. —¿Disculparte? ¿Por qué? —Por lo de tu historial médico, quiero decir —contestó— No quise invadir tu privacidad, es solo que… —se frotó la parte trasera del cuello—, después de verte en la ginecología ese día, no pude evitar sentir curiosida