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829 Palabras
Félix —Demonios. Se supone que tendrías que haber vigilado a tus hombres. Hayate —últimamente tengo muchos errores en mis mercancías. O no llega al destino o se envía la mercancía errónea. Y eso es raro. —¿Qué demonios sucede? Me da una mirada de resignación. Tiro un vaso lleno de whiskey contra la pared. Maldita sea. El anciano me va a castrar esta vez. —Lo siento, señor. Debí poner más interés en el asunto. Fue mi culpa, —su cabeza no sirve de nada. Estoy jodido. Hay una llamada entrante de Hiroshi. ¿Qué demonios quiere ahora? Le digo a Hayate que se retire para atender mi llamada. —¿Qué sucede? —pregunto molesto. —Adeline tuvo un accidente. —Siento que el tiempo se paraliza. —¿De qué hablas? —pregunto enojado. —Ella ha tenido un accidente de tránsito. Está en el hospital, —mierda. Esta no es una broma de Hiroshi, pero ¿por qué me ha llamado? —¿Y por qué me has llamado? —Necesito encontrar una solución para arreglar mis problemas, de otra forma el anciano va a matarme esta vez. —¿Qué? ¿No lo entiendes? Adeline está internada, idiota. Está grave. Cierro mi mano en un puño. Y trago el nudo en mi garganta. —Eso no me concierne, es tu amiga. Hazte cargo de ella. —sé que estoy siendo un idiota ahora mismo, pero no puedo irme ahora que la situación está difícil aquí, mis pelotas tienden de un hilo. —Enserio que eres un cabrón. —colgó. Aunque quisiera ir tras de ella, para saber si está bien. No puedo, necesito estar vivo para protegerla. Llamo a alguien en Nueva York y le pido que se asegure que esté a salvo y en las mejores condiciones. Perdóname, Adeline. Pero necesito mantenerme con vida, si quiero poder protegerte. Salgo de la oficina para poder arreglar mi muerte anunciada. ** El anciano está tan cabreado como yo, y aunque está intentando tener un poco de paciencia en no golpearme, sé que debe ser difícil. La he cagado esta vez. Lo sé. —No tengo excusas, señor. Pero no volverá a repetirse. —me mira fulminándome. —Eso me dijiste la última vez ¿y mira lo que ha pasado? —presiono mis labios fuertemente y bajo la cabeza. —estoy dispuesto a pagar el precio de esta derrota. Puede golpearme o hacer lo que usted quiera conmigo. Escucho la risa del anciano y me atrevo a mirarle. Me da una mirada burlista. Me trago mi orgullo. —¿Pagar el precio de este error? No te alcanzaría la vida misma, Félix. —me da la espalda. —No vales, lo que perdí. —bajo la cabeza de nuevo, no quiero que vea mi furia levantándose. El anciano siempre ha subestimado mi valor, y el de todos. Tiene un hijo que casi no se involucra en los negocios, es por eso que me utiliza a mí. Soy como un perro de la familia, aunque Hiroshi diga que soy como un hermano para él y que el anciano piense que soy el reemplazo del hijo. Sabemos ambos, que eso no pasará, la sangre es sangre. Y yo no pertenezco aquí. Aun así, permanezco en mi lugar, sé cuándo no cruzar la línea. —Pienso que están saboteándome. —Declaro. —¿Qué? ¿Saboteándote? Eso es ridículo. —el anciano saca una carpeta y me la entrega. —Nadie se atrevería a meter con este clan. Tokio nos pertenece y somos dueños de casi todo japón. Tenemos al gobierno en el bolsillo. Ábrelo. —abrí el sobre manila, su contenido eran documentos de la CIA. Y había una foto de un hombre norteamericano. —¿Qué es esto? —No sé a dónde quería llegar con esto. —Alguien que ha estado detrás de nosotros por algunos años. Necesito que te deshagas de él. —le miré no entendiendo. —Pero pertenece a la CIA, podemos meternos en problemas. —¿Tienes miedo? —preguntó molesto. —En esta familia nadie teme a nada. —Dijo tajantemente. —No, señor. Pero puede desatar un hilo hacia nosotros. Y no queremos eso. —Por eso te lo doy a ti, necesito que elimines todo rastro de él. Nadie puede saber quién fue. ¿Me entiendes? Y con esto, dejaré pasar sobre el error de la mercancía. Será página nueva. —él estaba hablando enserio. Si esto salvaba mi trasero, lo haría. —Le daré buenas noticias pronto, señor. —le hice una reverencia antes de irme. Y él se echó a reír. —No espero menos de ti, Félix. —aplaudió. Durante mi camino hacia mi departamento, lo pensé muy bien. Ideé el plan perfecto para deshacerme de ese agente. El único problema es que yo conocía a ese hombre, bueno, eso era lo de menos. Sonreí. Por fin tendría mi venganza con ese bastardo.
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