Un año después...
—No todos tenemos un trasero como el tuyo, amiga —Alex está quejándose de que el vestido que ha escogido para esta noche no luce bien ella.
—Estoy diciéndote la verdad, —vuelvo a decir. —Estás hermosa. Sacude la cabeza. Dice que su cuerpo no volvió a ser el mismo después de tener a Kevin. Pero enserio, que ella lucía bien en ese vestido rojo con un escote pronunciado. Esperaba verme así de bien, cuando tuviera a mis bebés. —Dile algo, Roy. —Mi amigo bebe de su copa de champán y sonríe.
—Estoy de acuerdo con ella. Tu trasero luce bien en esa tela y color. —Nos mira pensando si estamos diciendo esto para dejar de ir a más tiendas para probarse otro vestido. Aunque de cierta forma, si lo hacemos. Pero ese vestido es para ella. Luce divina. Esta noche celebrará su aniversario de bodas con Lucas, y tienen una fiesta en el jardín de su casa. El año pasado cancelaron el evento por mi culpa, no podía asistir a ningún lugar debido a mi trauma con el incidente en Tokio.
—Confiaré en ustedes, —vuelve al vestidor.
—¿Qué te pondrás para esta noche? —Me pregunta Roy.
—Un vestido verde ¿te acuerdas el que compramos hace unos meses? No he tenido ocasión para usarlo, creo que es perfecto.
—Lucirás encantadora, belleza —le da otro sorbo a su copa.
—Eso espero —sonrío.
**
Aunque es una fiesta íntima, hay más personas de las que pensé que habría. Lo bueno, que es al aire libre. Después del accidente que ocurrió en Tokio, no puedo ir a lugares cerrados a tomar. Y evito los eventos demasiados concurrido. Pero se trata de Alex, mi mejor amiga. No puedo fallarle.
—Luces tan hermosa —saludo a mi amiga Alex, que se ha recogido el cabello. Ella es una mamá sexy.
—Roy y tú, tenían razón. Volvió loco a Lucas, cuando me vio.
—Eso es bueno. —nos reímos. —¿Has visto a Roy?
—No tardará en llegar, supongo. Ya sabes cómo es de impuntual para las fiestas. —Me da una copa de vino y charlamos por un rato más. Hasta que Lucas va por ella con el pequeño Kevin.
Voy por unos bocadillos a la mesa, y observo a los desconocidos en la fiesta. Solo he conocido a unos pocos profesores de la universidad donde trabaja Alex. No veo a nadie con quien pueda tener una conversación.
—Pareces distraída —la voz de alguien que no quisiera escuchar ahora, llega a mis oídos. —¿Cómo va el trabajo? escuché que te va muy bien. —bebo el resto de mi copa y la dejo en la mesa. Intercepto al mesero para otra bebida. —Creo que tu popularidad aumentó después de lo que sucedió en ese club. Supiste aprovechar una buena oportunidad de una tragedia.
—Yo no me aproveché de nada, idiota. —Replico. Ashton siempre ha sido un idiota, y es mi competencia de canal de noticias de la mañana, pero esto ha caído muy bajo de él. Es amigo de Lucas. —Casi muero en ese lugar.
Mantiene una sonrisa burlona en sus labios, estoy cabreada. Pero no dejaré que este imbécil me arruine el día. —Por eso es que debes aprovechar las oportunidades cuando son puestas enfrente tuyo. No eres inmortal, Adeline. —Estaba a punto de responderle cuando se dio la vuelta y se fue.
—Maldito idiota, —musité y bebí de un solo trago mi otra copa.
—¿Por qué parece que has envejecido desde donde te veía? Enojarte harán que te salgan arrugas, querida. —Roy se acercó a mí con otra copa en la mano. Encantada la tomé.
—Odio tanto a Ashton, es un idiota. Me acaba de decir que tomé la tragedia de Tokio como una oportunidad para mi popularidad ¿puedes creerlo? Es tan ruin por decir esas palabras.
—Conoces a ese tipo. Llevas enemistada con él por años, no es normal que intente sacarte de tus casillas. Y lo ha logrado.
—No podía quedarme callada. —Espeté furiosa. —Casi muero en ese lugar, y además perdí a un amigo, también.
—Cariño, lo sé. Todos lo sabemos, pero recuerda que Ashton es una víbora que anda escupiendo su veneno para ver quien lo atrapa, y caíste en su trampa. —Hice una mueca. Es cierto.
—Ojalá lo envíen al polo norte a ser un reportaje.
Mi amigo se ríe. —Y que se le congelen los testículos, por favor. Es mi petición. —Claro que sí. Conocí a Ashton en la maestría, era tan pegajoso como un chicle, quería conquistarme y desde esa vez que lo bateé me tomó un odio, así que cada cosa que hago, él lo intenta hacer mejor. Comenzó a competir conmigo, supongo para que mi orgullo fuera aplastado. Pero no lo ha logrado, aunque trabaje duramente en lo que hace. No dejaré que mi orgullo sea dañado por un idiota como él, eso no.
**
Es navidad, así que viajo a la casa de mis abuelos. Después de que mi abuelo tuviera un derrame cerebral donde casi muere, me hizo darme cuenta lo sola que estaría, si mi abuelo se iba. Durante horas estuve esperando en el pasillo por un diagnóstico positivo. Mamá había llevado a mi abuela a la casa, para descansar un rato, mientras yo me quedé allí para ver por mi abuelo.
La sala era fría y solitaria, cuando el doctor salió a decirme que él estaba estable y descansando. Lloré. Al principio fue por el alivio que sentí de que mi abuelo estaría mejor y no lo iba a perder, pero mi llanto se intensificó con el dolor de mi pecho al recordar la traición de ese día y todas las mentiras que me dijeron. Lloré tan fuerte, que pensé iba a morir. El dolor palpable estaba consumiéndome.
Estaba sola, de nuevo. Nadie iba a venir acobijarme en esa sala solitaria.
Nadie llegó.
—¡La niña llegó! —gritó mi abuelo cuando abrí la puerta. Su silla de ruedas se movió tan rápido que me hizo reír. Mi abuela estaba ahí con el delantal puesto.
—Abuelo, ya no soy una niña. —Le respondo con una sonrisa, me inclino y le doy un beso en la mejilla.
—Nunca dejarás de serlo para nosotros —me da un guiño. Y mi abuela abre sus brazos para que la pueda abrazar. Se siente bien estar con ellos.
—¿Cómo haz estado cariño? —le doy un beso en la mejilla antes de separarme de su calor.
—Bien. Mi salud va bien. —Sonrío. Mi abuela me da una mirada significativa que me dice que después hablará conmigo.
—Ve a instalarte, pondré la mesa para comer. —Asentí con la cabeza y subí mis cosas a la habitación de invitados.
Estaba en casa.
Año nuevo fue un borrón tan rápido, que no supe que ya tenía que regresar de nuevo al trabajo. Mamá vino por unos días, pero igual tuvo que irse. Dijo que tenía que tomar un crucero a Europa. Ella no había cambiado nada.
—¿Cómo estás? —mi abuela toma lugar a mi lado en la mecedora del jardín. He salido a tomar un poco de chocolate mientras miro la nieve.
—Bien, abuela. Les dije que estoy bien de salud.
—No me refería a eso —me tenso y muerdo el interior de mi mejilla. —¿Cómo está tu corazón? —dejo de mirar mis manos para mirarle a los ojos. Su mirada es cálida y preocupada.
—Ah yo…estoy bien. —Lamo mis labios. —Enserio, abuela. Estoy bien.
—Las heridas tardan en sanar. Cariño. —Si le dijera sobre la persona que vi en mi viaje a Tokio, ella se preocuparía. Cuando estuve con ellos después de que mi abuelo fuera dado de alta, ella se dio cuenta de lo que me sucedía. Y una noche cuando el abuelo dormía en su cama, le conté todo y lloré en sus brazos. Me sentí tan débil y mi corazón estaba roto. Desde entonces, suele preguntarme cada año que me ve, como va mi corazón. Aunque siempre intento decirle que toda marcha de maravilla, sé que no me cree. —Tomate tu tiempo, no quiero que vuelvan a lastimarte. —Entonces, ella se refería a eso.
—Nadie lo hará, te lo prometo. —Le doy una sonrisa que pueda calmarla un poco. Ella asiente con su cabeza y después se levanta de su sillón.
—No te quedes mucho tiempo afuera, puede darte un resfriado y mañana volarás de nuevo. —dicho esto se metió a la casa.
Miré la nieve en el suelo. Si tan siquiera fuera esa persona que era antes, la que chica fuerte que no dejaba que nadie ni nada la lastimase, pero era un engaño de mi parte. La vida destruye a las personas para que puedan renacer como nuevas personas, con una gran valentía y determinación, y no sean tan frágiles. El mundo funcionaba de una forma retorcida y las personas que lo conformábamos éramos peores.
**
—¿Cómo ha ido tu fin de año? —Carlos, uno de mis compañeros de trabajo preguntó. Sonreí.
—Bien ¿y el tuyo? —sacudió su cabeza.
—Papá casi mata un alce ¿puedes creerlo? Le he dicho muchas veces que estoy en contra de la matanza animal. Pero sigue sin escucharme.
—Lo lamento por ti. —Nos preparamos para dar las noticias mañaneras.
—¿Qué tienes preparado para esta tarde? —la voz de Roy resuena a través de mi altavoz. Estoy aplicándome labial en el baño.
—Estoy libre, ¿Qué tienes en mente?
—Está este lugar nuevo que acaban de abrir. Un nuevo club, muy chic. ¿Quieres venir conmigo y mi novio? —ha pasado un año desde esa tragedia. Y aún tengo miedo de regresar a esos lugares.
—No lo sé, Roy.
—Tienen un área al aire libre, creo que estaría bien para ti. Es área VIP, solo pueden estar unas ocho personas, y yo ya reservé mi lugar, lo hice por ti, creo que te vendría bien. —muerdo mi labio inferior indecisa. Pensar en esa noche, aún me llena de miedo. —Creo que puedes poco a poco ir saliendo de tu zona de confort, nena. Esto te ayudaría. ¿Puedes intentarlo?
Después de varios segundos de pensarlo, le respondo.
—¿No seré un estorbo? —escucho el alivio a través del altavoz.
—¡Claro que no! Sabes que a mi novio le caes muy bien.
—Está bien. —respondo. Roy tenía razón, debería seguir intentando espabilar este trauma. Y si tenían una terraza al aire libre me vendría bien.
—Iremos primero a comer, y después al club ¿te parece?
—Si, claro. —colgué.
—Sabía que su popularidad era buena, pero veo que tus seguidores subieron esta semana. —las personas en el restaurante me reconocían y algunos se acercaban a pedirme autógrafos. Era abrumador. —Ahora eres toda una celebridad, cariño. —Fuerzo una sonrisa.
—Claro que no, esto pasará con el tiempo. —Después que se supo sobre el incidente en el club de Tokio. Sali como una de las sobrevivientes y aunque muchos querían entrevistarme para saber que había sucedido, me negué. Aun sigo recibiendo llamadas de periodistas, pero no pienso declarar nada. Ya bastante tengo con el trauma de no poder estar en lugares cerrados con muchas personas. Y hoy estaba intentando no huir.
Comemos por un rato, y conversamos de cosas triviales. La noche llega y nos dirigimos al nuevo club que a Roy tiene encantado.
—Sabes, es algo icónico. Porque ningún club tiene una terraza, eso es muy chic del dueño. ¿no te parece? Es como si hubiera pensado en las personas que no les gusta estar encerradas por mucho tiempo. —Es lo que había pensado yo, era bueno que existieran personas con ese pensamiento. —Si al lugar le va bien, abrirán otros.
—Esperemos que si —dije.
El club era muy sofisticado, la terraza que miré estaba llena de luces, dándole un toque entre techno y chic. Subimos inmediatamente a la terraza cuando llegamos, Roy le dio el nombre de la reservación al guardia y entramos. Como él había dicho, solo era exclusivo. Conté unas cuatro personas. Era grande y despejado. El frío aire de Nueva york sopló y me hizo sentir relajada, podía respirar.
—¿Qué te parece? Está genial, verdad. —Asentí con la cabeza. Nos pidió una botella y comenzamos a beber.
—Entonces ¿Qué planes tienen para este año? —Roy miró a su novio con una sonrisa.
—Tener más sexo que el año pasado —me carcajeo. —Nunca tengo suficiente de Jairo.
—Ten cuidado con él, Roy es un arma letal. Puede dejarte sin municiones. —Jairo se ríe y besó a Roy.
—No te preocupes, tengo suficientes para derrotarlo. —Verlos de esa forma me hizo sentir bien. Roy había encontrado a su chico perfecto, llevaban dos años juntos. Y bueno, Roy no era un amigo que se conformara con cualquier persona. Y me alegraba que por fin disfrutara de una felicidad duradera.
La noche pasó lenta y fue agradable. Al cabo de la medianoche tuve que retirarme. —Necesito dormir un poco, mañana tengo que ir al trabajo. Gracias por esta linda noche. Me gustó el lugar. —me despedí de ellos y bajé las escaleras, cuando estuve sobre el pavimento pude sentirme un poco más relajada. Aun sentía ese pequeño miedo de estar en uno de estos lugares. Pero lo había hecho bien, Roy pensaba que estaba progresando con ese trauma. Yo aún no estaba tan segura.
Siento que hay alguien en la oscuridad vigilándome, abro los ojos y miro alrededor, no hay nadie. Me quito las sábanas y camino hasta la cocina, tomo un vaso con agua y escucho un ruido de pisadas, mi cuerpo se tensa. Mi mirada recorre desde las botas hasta los pantalones n***o y sube hasta su rostro, lleva una gorra del mismo color, esos ojos. El vaso de mi mano se desliza y cae al suelo hecho añicos. No puedo moverme, el miedo me tiene paralizada. Miro hacia la puerta, necesito huir o él me matará. Él sigue mi mirada y cuando hago que mis piernas funcionen, él se interpone en mi camino y me arrastra sujetándome del cabello, lloriqueo y grito pidiendo ayuda, pero nadie viene.
Abro los ojos, fue solo una pesadilla. Me siento en la cama, intentando calmar mi respiración. Miro alrededor de mi habitación y enciendo las luces, no hay nadie. Suelto una respiración aliviada. Voy a la mesilla donde escondo un teaser. Y abro la puerta para ir a la cocina, enciendo todas las luces y recorro cada centímetro de mi departamento. Después de unos minutos, me doy cuenta que estoy realmente sola. Solo fue una pesadilla, voy por mi vaso con agua y me siento un poco más aliviada cuando voy a mi cama.
—Tranquila, Adeline. Estás segura aquí. —Me dije a mi misma intentando darme más fuerzas.
Reviso mi celular, hay varias llamadas perdidas. Una de ellas, es de un número desconocido. Voy a mi bolso y busco la tarjeta, verifico el número. Son diferentes. No es él.
Desde que regresé a Nueva york, no supe más sobre Félix, él tenía mi número. Creí que al menos me enviaría un mensaje de buen viaje. No lo hizo. Y me odiaba por tener un poco de esperanzas sobre él. Era una tonta. Lo nuestro acabó hace años. Y fueron en condiciones terribles. Él me traicionó, debo recordarme eso. El dolor que me ocasionó ese día que la eligió a ella encima de mí. Pero después de lo que me contó en su departamento, de como había sucedido las cosas, mis pensamientos no estaban claros. Si debía perdonarle o no.
—¿Almuerzas conmigo hoy? —Carlos, pregunta.
—Si, —normalmente almorzaba con Roy y Alexa, cuando podíamos coincidir. Y si no, lo hacía sola. Esta tarde, ellos no podían. —¿Tienes un lugar en mente?
—Si, vamos. —Manejó hasta un restaurante cerca del trabajo y nos pedimos nuestra comida.
—Esto está delicioso. —Le dije cuando terminé de probar mi ensalada. —¿Por qué no me habías traído aquí antes?
Carlos se ríe. —Porque siempre estás ocupada, Adeline. Casi nunca has querido comer conmigo.
—Eso es porque almuerzo con unos amigos.
—Entiendo. Pero cuando esos amigos estén ocupados ¿puedes almorzar conmigo? —sonreí.
—Claro que sí.
Comimos mientras hablábamos de nuestro trabajo e intereses en común. Carlos, es un buen tipo, trabajo con él desde hace seis años. Es casado y tiene dos hijos muy lindos.
—¿Y tu esposa cómo está? —veo cómo cambia su reacción, ¿dije algo malo?
—Bueno, ella y yo, nos separamos. —me siento incómoda ahora, por mencionar aquello.
—¿Enserio? ¿desde cuándo? —no sabía nada al respecto.
—El año pasado. Tú estabas en Tokio. —Es por eso que no me enteré de nada.
—Lo siento, espero que ahora las cosas estén mejor. —Él asiente con su cabeza.
—Terminamos en buenos términos, —eso está bien. Miro por la ventana, porque siento que esto se ha vuelto incómodo. Y diviso una espalda ancha que se me hace conocida. Se sube a una camioneta y se va. Debo estar pensando en Félix, pero ahora todos se me hacen conocidos a él. Donde sea que vea a hombres con traje y espalda ancha, me recuerdan a él.
Jodido Félix. Deja de jugar con mi mente.