La encuentro armando nuestra carpa con unos auriculares enormes de orejas de conejo con peluche rosa y bailando como una loca mientras intenta clavar algo en el barro. Me acerco a ella con una sonrisa en la cara. Pensar que es la única en la empresa que me cae bien solo porque es ella misma, no es falsa y es una mujer genial, muy amistosa y compañera.
—¿¡Qué te pasó!? —chilla en cuanto me ve, sacándose los auriculares de golpe. Me río al ver su expresión de sorpresa y horror.
—¿Qué te pasó a vos? —interrogo mirando su vestido naranja flúor, que destaca más a causa de su piel morocha y sus botitas blancas.
—Nací para destacar —contesta tirando su cabello n***o y lacio hacia atrás—. Entonces… ¿por qué estás toda sucia?
—Me caí en un pozo lleno de tierra—replico.
Su mirada se posa detrás de mí y arquea una ceja junto con una media sonrisa bastante picarona. Al darme vuelta para saber qué está observando, veo a Santiago quitarse barro de sus brazos limpiándose con el agua de una botella.
—¿Jugaron a la lucha libre en el barro? —cuestiona con tono coqueto. Bufo y me río.
—Ojalá —contesto por lo bajo—. Solo nos caímos. No me llegó el mensaje de que el micro salía antes y tuve que viajar con él.
—Ja, me parecía… Yo pensé que me ibas a abandonar y me ibas a dejar con esta gente horrible durante dos semanas.
—¿Dos semanas? —interrogo horrorizada—. ¿No era una sola?
—Ehh, no. ¡No me digas que no leíste el folleto!
—¿Qué folleto? —vuelvo a preguntar aún más confundida que antes. Se ríe y niega con la cabeza con aspecto incrédulo.
—Todas las cosas que vamos a hacer, Mica… —Al ver que no respondo absolutamente nada, suelta un suspiro resignado y continúa armando nuestra tienda. Me dispongo a ayudarla y suelta un grito que me aturde—. ¡Ni se te ocurra tocar nada!
—¿Por qué? —cuestiono con tono herido, luego me doy cuenta de la razón, todavía estoy llena de barro y la lona es blanca.
Resoplo y miro a mi alrededor. ¿Dónde me voy a lavar? En realidad, tengo una pregunta mucho más importante, ¿dónde nos vamos a bañar? Siento que venir a este campamento fue una muy mala idea. Me siento insegura, aprisionada y temerosa. ¿Qué hago acá metida?
Ana me mira con una mezcla de lástima y diversión y me chista para llamar mi atención.
—Por allá hay un baño —comenta señalando hacia la izquierda, por detrás de unos árboles—. En realidad, es un baño químico y una ducha medio rara, pero te va a servir.
—¿Una ducha medio rara? —pregunto con un gesto de duda. Hace un sonido de afirmación distraído y continúa luchando con la carpa, se nota que no sabe ni cómo armarla.
Agarro algunas prendas para cambiarme, una toalla y mis productos de higiene y me dirijo a ese supuesto baño. No es difícil encontrarlo, hay un cartel de madera que tiene tallada la palabra “Baño”. Un montón de troncos hacen una especie de pared y allí hay un inodoro viejo y sucio y una ducha con una manguera proveniente de no sé dónde. Arrugo la nariz y pienso en todas mis compañeras oficinistas que si no duermen en un hotel cinco estrellas se mueren, ¿qué van a hacer cuando vean esto?
Decido bañarme con ropa y todo. No pienso desnudarme acá, me da la sensación de que hay mil ojos mirándome. Probablemente sean los bichos o algunos animales escondidos, pero es un sentimiento horrible. Abro la manguera con expresión de asco mientras noto que el agua comienza a salir de color n***o.
¿Hace cuánto que estará esto sin usarse? Contengo una arcada, el olor que tiene parece agua estancada. ¡Qué asco, por Dios!
Espero unos minutos hasta que, al fin, el color del agua se va aclarando y el olor mejora. Entro a la ducha y me baño lo más rápido posible, sobre todo porque el agua sale helada, también lavo mi ropa sucia con velocidad y me desnudo para darme la última enjuagada. Me envuelvo en la toalla en cuestión de segundos y suspiro porque al fin vuelvo a sentirme limpia. Me pongo la ropa interior, una camiseta negra básica y ligera y unos jogging frescos. Me coloco las zapatillas viejas deportivas y salgo secándome el cabello.
—¿Dónde te bañaste? —cuestiona una voz masculina.
Si querés te muestro y me baño con vos, pienso al observar a Santiago con su torso desnudo frente a mí. Me obligo a mí misma a cerrar la boca y dejar de contar sus abdominales.
—Ehh... Yo… —De repente se me olvidó cómo hablar—. Atrás de aquel árbol —expreso finalmente, señalando el árbol más grande—. Eso sí, está muy fría.
—No importa, igual estoy tan caliente… —murmura, luego tose con fuerza—. Quiero decir, tengo calor.
Contengo una carcajada, hago un gesto con la mano para alejarme de él y dejarlo solo con sus pensamientos. Creo que este hombre es muy diferente a lo que deja ver, se muestra como un tipo duro y respetable, pero estoy más que segura de que es un hombre tímido, sensible y hasta algo tonto. Solo será cuestión de tiempo para descubrirlo.
Vuelvo con mi mejor amiga, que está en el mismo lugar que antes, mirando las instrucciones de armado.
Me pongo a su lado de cuclillas y le hago un pequeño empujón amistoso.
—Santiago acaba de decirme que está caliente —susurro.
—¿¡Qué!? —grita. Ruedo los ojos, yo quiero ser reservada y ella llama la atención de todo el mundo—. A ver, a ver, necesito saber la historia completa porque siento que pasaron muchas cosas en ese viaje.
—Terminamos de armar la carpa y te cuento.
Tiene tantas ganas de chusmear, que se pone las pilas y en aproximadamente diez minutos ya tenemos todo listo, hasta ya tiramos las bolsas de dormir dentro y preparamos un almuerzo rápido con algo de pan y queso. Cerramos la tienda para poder hablar a solas y tranquilas.
—Me bajé del auto y me empapé toda, pero no iba a dar el brazo a torcer. Después me fue a buscar porque se notaba que tenía miedo de que me pasara algo —cuento entre masticadas—. Y después en el auto se sentía una mezcla de tensión nerviosa y s****l, no sé… era raro.
—Yo creo que el jefecito te tiene ganas —murmulla subiendo y bajando sus cejas con coquetería.
—En mis sueños —contesto de mala gana—. Yo soy una hermana menor para él, además, ¿viste que vino María? Es obvio que vino para reconquistarlo, ella no estaría ni loca en un lugar así. ¡Jamás voy a poder competir contra esa mujer!
—Bah, no creo que Santiago sea tan idiota de volver con ella, tranquila. Menos teniéndote acá, tan sexy sensual. —Recorre sus curvas con las manos y me guiña un ojo. Me río y le tiro un pedazo de pan por la cabeza—. Es tu oportunidad de conquistarlo, es el único lugar donde no te va a ver ni como una hermana ni como una empleada, te va a ver como una mujer.
—Mmm… sí, claro —respondo con incredulidad—. Voy a ver qué hago.
—No tenés que verlo, tenés que hacerlo, actuar rápido, sin pensarlo…
Suspira y se queda mirando al vacío, como si estuviera pensando en alguien. Frunzo el ceño, pero no digo nada. Prefiero sopesar sus palabras en silencio.
—Chicas, no se admiten escenas lésbicas en el campamento —dice un hombre desde afuera. Reconozco la voz de Martín, el gerente. Mi amiga, para llevarle la contraria, emite un gemido fingido y se mueve hacia todos lados. Me tapo la boca para no reírme.
—Apuesto a que se le paró —susurra Ana. Ambas estallamos en carcajadas.
La verdad es que no sé qué haría sin ella, y es el motivo principal por el que vine. Divertirme con mi mejor amiga.
Sé que nos vamos a divertir muchísimo y, si el camino logro tener algo con Santiago, bienvenido sea. Por el momento, decido disfrutar cada momento con mi compañera y terminar de planificar las locuras que teníamos en mente antes de venir.