Santiago Subo los dos pisos de escaleras hasta el departamento de Micaela con la caja del aire a cuestas. Pesa bastante, así que llego cansado. Toco la puerta, pero no abre nadie. Hago una mueca, seguro que está durmiendo. Giro la perilla y resulta que la puerta no tiene llave, así que puedo pasar sin problemas. Voy a tener que retarla, esto es un peligro. —¿Mica? —la llamo con suavidad. Paso a su habitación y la observo durmiendo, tirada en la cama, con el pelo revuelto y la respiración lenta y calmada. Entiendo que con su mamá me quedé hablando como una hora, pero no es para que se durmiera tan fácil. Debe tener muchísimo cansancio acumulado. Instalo el aire intentando hacer el mayor silencio posible, acá adentro hace un calor del infierno, así que por lo menos espero que se re