Santiago
El primer día laboral después de las vacaciones lo termino al borde de la histeria. Los empleados inútiles no paraban de llamar para preguntar cosas, tuve cinco reuniones —una más aburrida que la otra—, Samantha no paraba de hablar de sus vacaciones en el bosque y lo bien que lo hacía Bruce (parece que al final sí tuvieron sexo) y, para colmo, Micaela no me dio ni tres de pelota cuando volvió de la casa de Juan. Estaba pensativa, hablaba con su amiga en voz baja y no me dirigió la mirada esas tres veces que bajé para hablar con algunos trabajadores. Y la verdad es que a veces buscaba excusas tontas para bajar a hablar con ellos.
Cuando salgo afuera, está lloviendo. Chasqueo la lengua porque me empapé todo el traje mientras me dirigía a mi auto, así que entro enseguida, me quito
