Juan
Ya pasaron cuatro días desde que mi hermana está viviendo conmigo. Se le nota a la legua que tiene ganas de irse, pero no puedo permitirlo hasta asegurarme de que Roberto ya no va a molestarla más. Hasta donde sé, en cualquier momento lo echan del departamento, los vecinos se quejan constantemente de sus ruidos y la mugre que rodea su piso.
Si bien no me molesta que esté en mi casa, hay algo que no me gusta para nada, y es la forma en la que está mirando a Santiago. No soy ciego, y debería ser muy estúpido para no darme cuenta. Conozco a las mujeres, sobre todo la conozco a ella, y sus ojos cada vez que ven a mi mejor amigo brillan de manera traviesa, como si estuviera ocultando un secreto.
Ya no se pelean tanto como antes, e incluso por momentos pareciera que se llevan bien hast
