—¿Quién es? —me pregunta Peter, totalmente confundido y yo estoy igual, porque sigue estando oscuro afuera. —No sé —contesto y me levanto, para ir a la ventana. Me asomo y reconozco el cabello candela de La Pecosa, quien parece palmotear en el aire y reclamarle a alguien. —¿Qué pasó? —le pregunto al abrir la ventana y ella bufa. —¡Nos quedamos dormidos y ya va a amanecer! —dice y mis ojos se abren de par en par, ya que, si es verdad lo que dice, debemos salir ya mismo —. ¡Necesito entrar al baño! —pide, mientras mueve sus piernas, lo que me hace reír y me quito rápidamente de la ventana. —¡Peter! —le digo yendo por mis zapatos. —Ya escuché, ya escuché. En cinco minutos estaremos saliendo, así que tranquila —dice calmado. —Te amo —le digo y le dejo un rápido beso sobre sus lab