[Violeta] Después de descansar la mayor parte del día, salimos a almorzar junto con Camila y Juan, quienes se veían igual de cansados que nosotros por la fiesta. —¿Te sientes bien? —le pregunto a Camila, que viene con sus grandes ojeras. —Solo estoy cansada —responde y bosteza, por lo que decido no insistirle. Rápidamente llega uno de los meseros del hotel, al que le pedimos la comida, junto a una jarra de jugo frío, ya que todos estamos sedientos, posiblemente por el alcohol que bebimos en la boda, aunque no recuerdo haber visto a ninguno, con una copa en la mano… «Seguramente por andar embobada con Peter, bailando y besándonos», pienso y me río. —Camila, si quieres puedes volver en el auto con nosotros, para que duermas en la parte de atrás —le propone Peter, pero ella niega.