Nora trataba de sujetarse de algo, sentía que estaba en un huracán de emociones, que en cualquier momento saldría volando y nadie encontraría restos de ella, Hans la hacía sentir de ese modo, mientras que sus labios besaban su cuello, y mientras que su cuerpo se inundaba de él, no encontraba una palabra para describir aquel sentimiento.
El cuerpo de Hans se movía sobre ella y causaba un placer único, no quería sentir esto con nadie que no fuera él.
Ella podía jurar que sin duda ese era su día de suerte.
Hans se puso de rodillas y la miró con cierta desesperación, tomó sus piernas y las puso sobre sus hombros, entró en ella y su mandíbula se tensó, este encuentro fue mejor de lo que él esperaba.
—Yo te seguiré a donde tu vayas— dijo él mientras disfrutaba de la sensación que inundaba su
