—Mierda, mierda, mierda… —Vamos, date prisa —ordenó Giovanni Berlusconi y empujó a Derek para que entrara en la camioneta. Hans se apresuró a subir en el asiento del piloto, y Franki subió en el asiento del copiloto. Konrad llegó corriendo y subió en la camioneta. —¿Lo tienes?. Konrad asintió, —Si, arranca, arranca. Las llantas de aquella camioneta rechinaron y todos respiraron aliviados. Unas horas antes… Los hermanos Cuervo llegaron a un casino muy concurrido. —Franki tiene buen gusto—Comentó uno de ellos mientras caminaban por un pasillo. —¿Que no vendía drogas y putas? —Derek—lo reprendió Hans. —¿Qué hacemos aquí? —preguntó Frederik mientras mandaba un mensaje de texto. —Franki me dijo que lo viera aquí, que tenía algo grande para nosotros. —Yo no necesito diner