Ambos sonrieron. —¿Dónde voy a dormir?. —En el suelo por supuesto. —Ya soy viejo, no puedo dormir en el suelo. —Convénceme entonces. Hiro se acercó a ella y la sujetó de la cintura, miró su clavícula, luego sus labios y por ultimo sus ojos. —¿Puedo?. —Si. Él la besó y la sujetó con fuerza, Nery respiró hondo al sentir su cuerpo y esa calidez tan agradable, enredó sus brazos alrededor de su cuello y se dejó manipular e invadir. La lengua de aquel caballero era tan deliciosa y suave, tan cálida y tan exquisita, el modo que la estrujaba y ese deseo que despertaba en ella, era difícil resistirse a eso. Llegaron hasta la recámara principal y cerraron la puerta con llave, solo para evitar vergüenzas innecesarias, viviendo con niños* nunca se sabe. Se dejaron caer en la cama y las caric