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1008 Palabras
Al día siguiente todos estábamos a fuera del salón en donde las musas se reunían. Todos queríamos saber la vida de nuestras personas importantes, todos excepto Daren; es el único que no veo desde ayer cuando tuve ese pequeño accidente gracias a él. Ingrid está muy nerviosa, nunca la había visto así. —¿Te pasa algo?— le pregunto y ella niega con la cabeza. Pobrecita, la entiendo, no es fácil enterarte que tus amigos crean que desapareciste. Al fin abren las puertas. La musa Clío sale y nos da instrucciones de que llamarán a uno por uno. —¿Alguien pudo quererte?— Le pregunta Ingrid sarcásticamente a Ada. —Me da igual lo que dejé en el pasado— responde Ada relajadamente —Yo solo vine a darles un consejo a todos— dijo esto y se paró al lado de las puertas. Un momento... ¿Ada dará un consejo? ¿Ada está pensando en los demás?. —Tal vez les dé igual, pero les advierto que al salir de ese salón, desearán no haber entrado— habló Ada dirigiéndose a todos. ¿Qué le hicieron?. —Dejen que esas personas vivan sin ustedes y ustedes aprendan a vivir sin ellas, igual en algún momento tenían que dejarlas ir a la fuerza– No sé que le hicieron, pero me gusta esta nueva Ada —Ada tiene razón— Habla Eder, saliendo del salón —si entran no pueden hacer nada, solo los verán hacer sus vidas sin ustedes, fué doloroso ver como no me necesitaban. Si yo fuera ustedes me retiraría. —Ada tú viste ese monstruo, Eder casi te come al igual que a mi ¿Piensan quedarse aquí y que estas personas jueguen con sus vidas?— reprendió el chico castaño de ayer —No podemos quedarnos aquí, no somos marionetas. —¡Eres un hipócrita Martín!— explota Ada —En el camino venías hablando de lo emocionante que fue pelear contra Pitón, de la adrenalina que sentiste y que te gustaría volver a hacerlo. Martín y los demás se quedan callados. —Si quieren recordar sus aburridas vidas, entren, yo iré al jardín a esperar a las musas— Dice Ada, retirándose. Ada tiene razón, es mejor dejarlos seguir con sus vidas, pero... me da curiosidad como la están pasando sin mi, ¿Y si no me gusta lo que veré?. Miro a mi alrededor y más de la mitad se fueron con Ada; incluyendo a Ingrid. Al final solo quedamos Martín y tres chicas más. Martín estaba callado, es de esperarse, después de la reprendida que le dió Ada. Por fin era mi turno. El salón de las musas no era tan grande; había una gran bola de cristal en el miedo del salón, ellas la rodeaban. Clío me dijo que pusiera mis manos en la bola de cristal y que pensara en la persona que quería ver. Yo obedecí y pensé en mi novio. Se veía tan guapo. Él estaba sentado en el sofá de su casa; tenía el cabello mojado y estaba en toalla. Se veía pensativo, pobrecito, debió dolerle mucho que desapareciera así sin aviso. Teníamos tantas cosas planeadas y recién me había pedido que me mudase con el. Mis ojos se pusieron llorosos. Pero como advirtió Ada; ellos ya estaban siguiendo con sus vidas. Él no estaba solo en casa, había una chica y él sonrió al verla. Se besaron. ¿Saben que es peor que "desaparecer"?, la decepción combinada con la rabia. Eso sentí en el instante que vi como mi ex novio se besaba con otra. De hecho fue tanta emoción que acabe rompiendo la bola de cristal en la que los estaba viendo. Salí rápido de ese salón dirigiéndome a mi posada con las lagrimas recorriendo mi rostro. Pensé que me esperaría. No ha pasado ni una semana de la última vez que lo vi. Así que eso solo significa que se veía con esa chica antes de que yo llegase acá. Y aún así me pidió que me mudase con el, ¡Idiota!. ¡¿Qué hago llorando?! Yo no debería regar ninguna lágrima por nadie, yo soy una semidiosa. Él debería llorar por mi. Me lavaré el rostro e iré al jardín con los demás. Y de hoy en adelante prometo jamás derramar una lagrima por algún chico que no valga la pena. Derrotaré a esos Titanes y regresaré como la hija de un Dios del Olimpo. Musas: —¿Todas vieron eso verdad?— pregunta Calíope y las demás aciertan con la cabeza —esa fuerza solo puede ser hereditaria de una persona. —Sus ojos se tornaron grises— alegó Clío —Esa niña será el arma más fuerte contra esos Titanes. —Esa fuerza puede ser heredada de él, pero aún así es demasiadamente fuerte— alega Urania, musa de la astronomía, poesía didáctica y las ciencias exactas. —¿Estamos seguras de que todos son semidioses? —Cuando visité el oráculo de Delfos, la Pitia me dijo que eran 15 semidioses, pero que uno de ellos sería una arma muy fuerte proveniente de Egipto— relata Clío —Lo único que no entendí fue lo de proveniente de Egipto, ninguno fue criado allá. —Hay que investigar la vida de Isis— sentencia Calíope —Talía está allá abajo, comuníquenme con ella. —Hermana aún hay un chico afuera que quiere saber de la vida de sus amigos— notifica Clío. —Saquen otra bola de cristal y háganlo pasar— ordena Calíope —Debemos comunicarnos con Talía antes de que regrese y otra cosa, ¿Qué saben de Daren? —Daren me preguntó acerca de la entrada al inframundo— responde Clío —Él cree que es hijo de Hades, pero de ahí no sé más nada de él. —Después del chico que hace falta, utilicen la bola de cristal para encontrar a Daren y lo traen aquí al salón. Le daremos la misión de bajar al inframundo— ordena Calíope y se retira.
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