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1087 Palabras
Luego de esperar unas horas, llegaron Lea y Martín de cazar. Al llegar, Martín le contó a Eder lo buena que es Lea para cazar y cocinaron el jabalí que cazaron en la fogata que Eder hizo mientras los esperaba. —Puedo ver luces desde aquí, eso significa que no estamos lejos de Delfos— Informa Eder montado en una piedra. Luego de que todos terminaran de comer y contar historias, se acostaron a dormir. En el Olimpo... Mientras todos dormían tranquilamente en sus posadas, Isis tenía el presentimiento de que el chico volvería a salir. Sale de su posada y su presentimiento no se equivocaba. Ella vió su sombra. Isis nuevamente lo persigue en silencio. Él se dirige hacia afuera del templo y se sienta en una de las escaleras. —Puedes salir— Dice el chico. Isis sigue escondida detrás del pilar y no le responde. —Vamos, sé que estás ahí. Isis no le queda más remedio y sale preguntando: —¿Como me notaste? —Eres muy mala espía— responde —Y te pones mucho perfume. Isis se huele, lo mira y se sienta junto a él —¿Cómo te llamas? —Daren— responde mientras mira a la nada —Yo soy Isis. Él la analiza y quita su mirada —¿Por qué me persigues? —No te perseguía yo solo...— Daren la mira intimidándole, ella se acobarda y agacha su mirada —Pienso que planeas bajar al inframundo. —Entonces piensas bien— Dice esto serenamente y se levanta. Isis se asombra por su honestidad. —¿Y cómo piensas ir?— Pregunta Isis —¿No te da miedo? Daren ignora sus interrogantes, se da la vuelta y camina hacia dentro del templo. Esto la hace enfurecer. —Tú serás ese chico misterioso, que actúa como idiota creyéndose superior a los demás solo para no dar a notar que en realidad es una persona sensible— Le grita Isis cruzándose de brazos y con una mirada asechadora. Él la mira de reojo, no le toma importancia y sigue caminando. —Entonces, yo te trataré como el idiota que eres, niño Daren!— Dice esto último y lo pierde de vista. Al día siguiente camino a Delfos... Luego de una caminata de treinta minutos, los chicos por fin llegan a Delfos. El lugar parecía un pueblo fantasma y las personas que allí habitaban solo se asomaban por las ventanas. —Que feo se ve esto...—Expresa Lea. — ¿El monstruo no puede ser tan peligroso, no? O sea las musas no pondrían tan en riesgo nuestras vidas... ¿No? —Solo tomemos el oráculo y nos largamos de aquí— Dice Ada — ¿Alguna idea de donde puede estar? Los chicos niegan con la cabeza y se miran extrañados, ya que Ada estaba hablando con una voz menos arrogante de lo común. —¡Iugh!— expresa Lea —¿Qué es esto? —Es la piel mudada de una simple serpiente, tranquila Lea— Responde Eder. —No Lea, no estés tranquila, esta no es una simple serpiente— Dice Ada mientras alza una parte más grande de esa piel blancuzca —Ésta no es una simple serpiente, es una Pit... —¡SERPIENTE!— Grita Lea al ver que el gran monstruo se acerca. Todos corren y se esconden en una casa abandonada. Como dijo Ada: "Ésta no es una simple serpiente". Ésta es una Pitón; una gran serpiente hija de Gea (Madre Tierra), nacida del barro. Lea empieza a llorar diciendo: —Estamos muertos. Mientras Lea llora, Eder intenta calmarla. Ada estudia a la Pitón y en eso Martín sale en dirección hacia el gran monstruo. Se agarra de su parte trasera, pero ésta se defiende moviéndose rápidamente y mandándolo a volar. —Tonto mortal, no te puedes zzzzz... igualar tú solo a luchar contra zzzzz... un ser poderoso como yo. — ¡Puedes hablar!—Exclamó Martín mientras se retorcía de dolor. —Por supuesto que puedo hablar humano insignificante, no zzzzz... soy cualquier ser— Dijo la serpiente, balanceando su cabeza y parte superior del cuerpo hacia delante y hacia los lados, acercándose rápidamente hacia donde lanzó a Martín —Y ahora este ser va a devorarte. Mientras la serpiente se acercaba más a Martín, éste pudo darse cuenta de donde estaba el oráculo; el oráculo estaba en el ojo de la serpiente. Entonces le informa a los demás en donde está el oráculo. Rápidamente Ada pensó en un plan, pero necesitaba a Lea y a Eder. Habló con ellos y les dió órdenes de lo que tenían que hacer pero estaban tan paralizados por el miedo que no se atrevieron a hacer lo que Ada les ordenó, ni a decir ninguna palabra. Ada al ver que ellos no se movieron ni dijeron nada los llamó —cobardes— y salió de la casa con dos espadas; una para ella y la otra se la lanzó a Martín, quien rápidamente la tomó y le cortó la lengua a la serpiente. Martín se levantó y corrió hacia donde estaba Ada. Ada le dijo que lo distrajera mientras ella intentaba llegar a su cabeza y sacar el oráculo. El plan era muy arriesgado y poco inteligente, pero ellos hace dos días eran sólo unos civiles normales, no estaban preparados para pelear con un animal tan grande y peligroso. Martín distraía a la serpiente esquivando e intentado darle cuchilladas tal cual como Ada se lo pidió. Mientras ellos hacían el trabajo, Lea y Eder intentaban armarse de valor dándose aliento uno al otro. Ada ya casi llegaba a la cabeza de la serpiente, pero ésta la notó y se movió rápidamente mandándola a volar de la misma manera que a Martín. Ada cayó golpeándose la cabeza y quedando inconsciente. Martín estaba solo. La serpiente le dio la vuelta, encerrándolo para luego estrangularlo. La serpiente tenía mucha fuerza, ya Martín se estaba quedando sin respiración; pero en el mismo momento, Lea armada de valor atacó a la serpiente lanzándole flechas, obligándola a soltarlo. Martín débil cae al suelo, intentando recuperar la respiración. Entonces aparece Eder, le regresa la espada a Martín y le dice que siga con el plan de Ada. La serpiente estaba rodeada; por el lado derecho estaba Eder con su espada, por el izquierdo Martín y arriba Lea con sus flechas y su arco. —¿Ya no hablas?— pregunta Martín —¿Te cortó la lengua el gato?
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