Todos quedaron asombrados al ver toda la comida que les ofrecían, era verdaderamente un gran banquete; a simple vista se podría observar que el pan era el invitado principal en la mesa, también una gran variedad de quesos, frutas, mariscos, carne roja, entre otros.
Todos procedieron a tomar asientos, pero nadie se atrevía a tomar algo. Solo se miraban unos a los otros.
— ¿No comen?— pregunta una de las musas —Bueno, ustedes se lo pierden— ésta toma unas frutas de la mesa y las pone en su plato acompañado de mariscos. Al ver a una musa tomar algo, le dio confianza a algunos de tomar alimentos de la mesa.
— ¿No hay vino?— pregunta Said.
—Eso te pregunto a ti Said. Haz lo tuyo— responde Clío, una de las musas.
— ¿Qué haga lo mío?, ¿Y que es lo mío?— cuestiona bastante confundido el joven Said.
—A ver Said, mira tu copa y piensa en vino mientras la miras— ordena Clío y Said obedece. Al hacer esto todos quedan asombrados, ya que la copa vacía de Said ahora es una copa con vino.
—Said eres hijo del Dios del vino, la fiesta, la locura y la fertilidad— revela Clío —Lo supe desde el momento en que me acerqué a ti y me percaté de tu mirada asemejada a la de una pantera.
—Esos hongos alucinógenos si que pegan fuerte— exclama Said mientras mira su copa de vino.
—Así como Said encontró su don ustedes también tienen los suyos, solo queda en ustedes averiguarlos y es aquí donde me preguntarán ¿Como lo hacemos?— Clío hace una pausa y se levanta de su asiento. —Bueno, en el libro que les entregamos está la respuesta a esa pregunta. ¡Disfruten del banquete y la música!— termina diciendo y se retira. La musa de la música, Euterpe, toca una melodía suave mientras los demás disfrutan del banquete.
Luego de que todos terminaran de comer, Ingrid intenta romper un poco el silencio que había en la mesa diciendo: —Deberíamos de intentar socializar. Podemos... no sé ¿Bailar?— Ingrid va donde la musa y le pide que toque algo más alegre, ésta obedece.
Ingrid levanta a Said y comienzan a bailar. Los demás se levantaron de la mesa y se fueron.
—Me hubiese gustado seguir bailando contigo, pero llenar copas de vino hacen que me duela la cabeza— dice Said y se retira.
Isis toma a Ingrid de la mano y le dice que mejor fueran a dormir, ya que fue un día muy extraño. Ingrid asienta con la cabeza y juntas se dirigen hacia sus aposentos.
Estando en la posada, las chicas se alistaban para proceder a dormir.
—Saben, mientras comíamos pude notar que había un chico que no dejaba de mirar a Isis— informa Ingrid mientras cepilla su cabello.
—Pues yo también pude notar que habían dos chicos que tenían la mirada en ti— responde Isis.
—No es cierto, dime quiénes— contesta Ingrid emocionada y se acuesta en la cama junta con Isis —Dime que era el de cabello anaranjado con un tatuaje en el brazo— Isis niega con la cabeza — ¡Oh ya sé! El de cabello rubio— Termina diciendo Ingrid e Isis asienta.
—Sí y el otro es el que estaba sentado en frente de ti, el que apenas se le ve la barba— le hace saber e Ingrid queda pensativa.
—No recuerdo al que estaba sentado frente a mí— dice Ingrid y queda pensativa —Y a ti te estaba mirando el chic...
—Por segunda vez que se los digo en el día, podrían hacer silencio que intento leer ésta basura de libro— Habla Ada interrumpiendo a Ingrid.
—Ada felicidades, tú don es ser la persona más amargada y aguafiestas del Olimpo— Habla Ingrid sarcásticamente.
—No es ser aguafiestas, es enfocarme en cosas más importantes que hablar de chicos e igual felicidades a ti porque tal vez tu don es ser la más perra del Olimpo— responde Ada y antes de que Ingrid dijera algo más, Isis se levanta y dice que va al baño.
Al cerrar las puertas todavía se podían escuchar las voces de Ingrid y Ada gritarse cosas. Pero mientras se dirigía al baño pudo escuchar la voz de Calíope. Isis se escondió detrás de un muro para así poder escuchar su conversación.
—No, es muy arriesgado que vaya solo, por esas razones es que en el libro tenemos sus tareas diarias y el grupo con el que le toca, no estás preparado para bajar al inframundo— era la Calíope.
A Isis se le pusieron los pelos de punta al escuchar la palabra "inframundo" y es porque a nadie le interesaría bajar allá. A nadie excepto al mismísimo hijo de —¡Hades!— exclama en voz baja.
Isis se asoma para verle el rostro al posible hijo de Hades pero éste está de espalda y solo pudo percatarse de su cabello n***o como la noche.
Por último la musa manda al joven a su aposento y éste acierta con la cabeza. La musa tomó el pasillo a la derecha y él a la izquierda, pero el joven se regresa y va en la misma dirección que la musa e Isis pudo verle el rostro; tenía una mirada fría y oscura, un cabello lacio n***o, cejas gruesas definidas, piel de porcelana, labios carnosos y posiblemente media unos 1,80 de estatura. Rostro digno del hijo de un Dios.
Isis decide perseguirlo, quería saber a donde iba y quitarse la duda de que si es hijo del rey del inframundo o no. El pis podía esperar.
Mientras el joven caminaba tranquilamente y silbando, Isis le perseguía silenciosamente hasta que pierde su rastro. Entonces ella apresura el paso ya que pensó qué tal vez se había metido por otro pasillo.
Luego de meterse por varios pasillos se da por vencida. Pero alguien se le acerca por detrás y a su oído le pregunta — ¿Buscabas algo o alguien?.
Se da la vuelta y su mirada se encuentra con la del joven el cual perseguía.