Giro la perilla y la puerta de su habitación se abre, lo encuentro mirando por la ventana de espaldas a mí, pero ni bien me escucha se gira en mi dirección. — Te estaba esperando –cierro la puerta mientras él se me acerca sigilosamente. Mi corazón late tan rápido, dando un paso hacia atrás hasta chocar contra la puerta- Luces hermosa en ese vestido – — Gracias –sin darme cuenta Said ya estaba frente a mí, rozando sus labios con los míos. — No te preocupes, no te obligaré si no quieres hacerlo – nuestros ojos están fijos analizando cada palabra o reacción — ¿Puedo irme? – — Nadie te obliga a quedarte –se encoge de hombros dándome cierto espacio- pero, recuerda tu promesa –su tono es tan confiado e indiferente. La idea de tener sentimientos por alguien como él, me llena de odio ha

