Said Cuando Alice salió corriendo del estudio de su padre, quise ir tras ella. Algo en mí se negaba a dejarla marchar en ese estado, pero no podía. No podía hacer absolutamente nada, más que arreglar mi ropa y calmarme para poder marcharme. Tomo mi saco y lo arreglo, abro la puerta con la intención de salir y veo a Eduardo con el ceño fruncido. apretó mi mandíbula y miro a mi alrededor en busca de ella, pero no está y tampoco su tía, ni nadie que me pueda acusar de hacerle algo indebido a causa de su forma tan abrupta de salir de la oficina. — ¿Said? –pregunta, tan sorprendido como yo, al verme. — Eduardo, disculpa solo vine a dejarle unos documentos a Alice –me excuso con una sonrisa — Entiendo, no debiste molestarte –mueve la cabeza reprobando la actitud olvidadiza de su hija —

