Zack me dejó en mi clase y después se fue a la suya. Entré y sólo había un asiento desocupado, al lado de Connor.
Fui hacia allá y me senté bajo la atenta mirada del chico, mas no me habló.
No quiero saludarlo y que no me responda, así que no le hablaré para no pasar vergüenza.
Mediante pasaba la clase me sentía completamente observada, algo que ponía bastante nerviosa.
—¿Hola? —dije al ver que me miraba sin disimulo alguno.
—Hola —respondió cortante.
—Uff, pero que chico más simpático —susurré irónicamente.
—Te escuché —habló entre dientes.
—Esa era la idea, Bradley —me encogí de hombros.
Vi como su ceño se frunció y ladeó un poco su cabeza.
—¿Cómo sabes mi apellido? Que yo sepa nunca me he presentado.
—Cosas de la vida, Connor.
En el receso, estábamos sentados en unas bancas mientras conversábamos sobre los padres de Tania. No me pregunten cuándo y cómo llegaron a ese tema, ya que no me he podido concentrar a causa de la penetrante mirada de Connor sobre mí.
De repente, veo como Zack se levanta de la banca y va hacia Connor enojado. Will y yo nos pusimos rápidamente de pie y lo seguimos.
—¿Por qué mierda miras tanto a Michelle? —Connor se puso a la altura de mi novio y alzó las cejas.
—Tranquilo, Zack. Vámonos —susurré en su oreja mientras acariciaba su brazo.
—Ah, no sabía que nadie puede observar a tu novia. ¿Hay alguna ley que diga eso? —cruzó sus brazos sobre su pecho y me miró—. Eres muy linda, sería un completo idiota si no te mira...—lo interrumpí mientras Connor reía.
—Cállate. No le eches más leña al fuego —lo fulminé con la mirada.
—No quiero que la mires. Primera y última vez que te lo digo —dijo juntando su mano con la mía mientras nos dirigíamos nuevamente hacia la banca donde nos esperaba Tania.
—No te puede sacar así de tus casillas, Zack. Eso es lo que quiere, y claro, lo está logrando—Will puso su mano sobre el hombro de mi novio.
—Si alguien mirara así a Tania tú también te molestarías.
—¿Vamos a dar una vuelta? —dije mientras me paraba y me iba hacia el jardín trasero. Él me siguió con pasos duros.
Nos sentamos en el césped. Zack miraba hacia un punto fijo con la mandíbula apretada y los puños cerrados.
—Zack, sabes que sólo está jugando…
—Sólo bésame —pidió.
Me acerqué a él y lo bese dulcemente.
—Tranquilo, amor —susurré sobre sus labios mientras acariciaba su cuello.
—Te tengo que pedir algo —me miró a los ojo y tragué duro. Se veía muy serio y un tanto desconfiado.
—Claro, dime.
—Si alguna vez te empieza a gustar otra persona, te pido por favor que no dudes en decírmelo. De hecho, cuéntame si alguien te atrae, para estar preparado por si alguna vez me dejas por otro. Siento que si haces eso, terminaremos en buenos términos y seguiremos siendo los mismos buenos amigos de siempre.
—Está bien, ni lo dudes. Si eso pasa, hasta nos podremos dar consejos sobre cómo entender a mujeres y hombres —reímos y al mismo tiempo Zack gruñó. Me acerqué hacia él y lo abrace con muchas ganas.
Él no es tan solo mi pareja, es también mi mejor amigo. Si en algún momento dejamos de ser novios, sé que podremos contar mutuamente con el otro.