Caminaba de allá para acá por toda la sala de mi casa, sumamente nerviosa. Miré una vez más la puerta cerrada de la oficina privada de mi padre. Fui hasta el sofá más grande de la sala y me senté con ambas manos sobre mis rodillas. El día estaba bastante soleado, había un par de nubes pero el cielo estaba en su máximo resplandor de azul, mi casa estaba limpia gracias a que el día anterior me dispuse a limpiar toda la casa para el día de hoy. Mi casa seguía igual que antes, el comedor estaba enfrente del ventanal que mostraba una gran panorámica de la ciudad, a un lado estaba la puerta de la habitación de huéspedes, donde se instaló Leonardo la primera vez. Enfrente de mí estaba la televisión y a los lados estaban los otros dos sofás individuales. A la izquierda estaba la pared con