Las manos de Leo recorrían mi cintura con desesperación y deseo. Mis manos estaban aferradas a su cuello, mientras nuestros labios se besaban descontroladamente, como si nunca antes hubieran probado algo tan delicioso como los besos del otro.
Mi espalda estaba pegada a la pared, mientras que toda la persona de mi novio, estaba recostada ligeramente sobre mí.
—¿Quieres saber lo que más me gusta de este vestido? —se alejó un poco de mí con una sonrisa pícara y juguetona.
No pude evitar sonreír, mordiéndome el labio inferior.
—A ver, dime —pregunté seductoramente, mientras jugaba con su cabello.
—Pensar de qué manera podría quitártelo —puso una expresión pensativa y me volvió a mirar, sonriendo de una manera morbosamente atractiva.
Debía admitirlo, me encantaba cuando se ponía de esa
