—¿Ves? No pasó nada —Leo me sonrió, pero en ese momento, Esther llegó y le pegó con un trapo con bastante fuerza. Él se impresionó y buscó refugio detrás de mis brazos. Escuché la risa de Daniel detrás de su madre, al ver cómo le pegaban a su hermano mayor. —¿Cómo le haces eso a esta pobre chica? ¿No ves que se va a morir por cómo la sangre está acumulada en su cabeza? —Esther miró feo a su hijo y me abrazó para darme protección. No podía hablar, todavía estaba en shock. Esther mandó a sus hijos a llevar la comida a la mesa, mientras ella me sobaba los brazos. —¿Estás bien, cariño? —sus ojos mostraban mera preocupación. —Sí, gracias —me reí al recordar todo lo que había pasado. —Tenle paciencia, los hombres son así de tontos cuando está enamorados —me guiñó un ojo y se fue a la mes