Algún tiempo después… Muchas cosas empezaron a pasar con velocidad. Daniel había comenzado a entrenar con Leonardo e Iván. Mi atractivo y varonil marido descubrió que su tenía talento innato para la lucha, que poseía esa habilidad y debía explotarla al máximo, con lo cual los entrenamientos estaban siendo duros, pero siempre con precaución. Leo también decía que Daniel había aumentado su musculatura y aunque él no me lo dijese, yo misma había observado los cambios físicos de su hermano. Dani seguía viviendo en la antigua casa de Leo, la de su mamá y aunque pasaba más tiempo en nuestro hogar disfrutando de Matt y Emma, a ambos los consideraba los mejores sobrinos del mundo. Daniel también había disfrutado agradables momentos conmigo, cuidándome durante mi embarazo de mellizos en a