Me acerqué más a la orilla y Alex se fue a jugar con el hijo de Ryer, que tenía 4 años. Su nombre era Micah lo había tenido con una puta, pero el pequeño era todo para él. A veces le tenía envidia porque bueno, un papá siempre quiere tener un hijo con quién compartir cosas de hombres y a Livie sólo le gustan las putas muñecas caras de mierda, pero eso se acabó, porque yo tenía a mi hijo ahora y debo admitir que era genial con su acento inglés. —¿Una cerveza, Prez? — me ofreció James, la tomé y me senté con él en la orilla. — ¿Te le escapaste al coño británico? — Carajo, esa perra me encanta, bendita sea Zoey por traerla — reí y negué, tomando un trago de mi cerveza. — Hablando de Zoey, ¿no crees que está jodido todo esto? Digo… hasta ahora la ves, tiene un hijo. ¿No estás enojado? —