Siento su mirada sobre mí durante toda la cena. Sé que está arrepentido de lo que me dijo y que quiere pedirme perdón. Yo no estoy enojada y no pienso dejarlo tampoco, solo quiero hacerlo sufrir algunos días por haberme dicho esa estupidez. ¿Dejarme por mi seguridad? ¿Qué clase de pensamiento es ese? En el momento en que me lo dijo sí me sentí un poco mal, pero ahora, pensándolo bien, sé que lo dijo por desesperación. Aún así, sigo sosteniendo la idea de darle una lección, al menos por una semana. Quizás al final sí quiera alejarse de mí, quizás mientras estamos lejos se da cuenta de que no me necesita, pero es una consecuencia que estoy dispuesta a correr solo para que aprenda que debe dejar de decir esas tonterías. —Nina, mi amor —susurra en mi oído. Lo miro con una ceja arqueada—. ¿