La cabaña se ve mucho más hermosa ahora. Las paredes dejaron de ser blancas para convertirse en colores más alegres y brillantes. Las cortinas dejan filtrar la luz del sol de manera más suave y le da un ambiente muy agradable. —Bienvenida a casa —expresa Esteban soltando los bolsos en la puerta con una hermosa sonrisa en su rostro, la cual imito. Nos miramos por un instante y nos reímos mientras me tiro a sus brazos y rodeo su cintura con mis piernas. Nos besamos con dulzura. —La mejor casa del mundo —murmuro. —En este momento soy el hombre más feliz del planeta —comenta volviendo a besarme—. Vamos a hacer una fiesta de inauguración. Invitá a tus amigas, a tu familia, a quien quieras. —¿Hago que vengan acá? —cuestiono. Asiente junto a un sonido afirmativo y lo miro con curiosidad—