Leandro se queda esperando mi respuesta y me aclaro la voz.
—No me refería a eso —replico con voz temblorosa. Se ríe y se sienta a mi lado, mirándome con interés.
—¿Yo soy el pan o soy la torta? —interroga. Me quedo en silencio, intentando captar algo de burla en su expresión, pero solo noto seriedad. Arqueo las cejas.
—¿Es en serio? —pregunto. Asiente con la cabeza.
—Sí, quiero saber si soy el pan o la torta, ¿qué te gusta más? —comenta. Trago saliva y miro a mi amiga, que se encoge de hombros y mira hacia otro lado tratando de no reír.
—Serías el pan —termina diciendo ella al ver que yo estoy muda—. Y a ella le gusta más eso. —Le guiña un ojo al hombre y resoplo.
—Entonces estoy satisfecho —responde. Se acerca un poco más a mí—. Conozco a Esteban desde hace siete años, creo qu
