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1769 Palabras

Me siento frente a Esteban, que tiene su expresión ansiosa y sobre el escritorio están todos mis frascos. Luego del peligro de anoche, decidí entregarle todo a él para que los cuide, así que los trajo a la empresa. Estaba trabajando cuando él me llamó para que suba a la oficina por un asunto urgente. Muerdo mis uñas en cuanto lo veo fruncir el ceño y suspira. —Nina, estos perfumes son… —Niega con la cabeza y luego no puede evitar sonreír con amplitud—. ¡Espectaculares! Son frescos, femeninos, delicados, suaves y tienen un aroma exquisito. —Gracias —contesto volviendo a respirar. —Quiero producirlos y quiero que seas la dueña de la marca —dice asintiendo—. Voy a invertir en esto porque realmente son excelentes. —¿La dueña de la marca? —pregunto. —Sí, estos perfumes deben lleva

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