Corremos hasta el auto y Lorenzo maneja hasta la empresa de nuestros padres. Tenemos que ver que esté todo bien con ellos para poder quedarnos tranquilos.
En cuanto llegamos, él sube hasta el despacho de mi suegro y yo voy a la oficina de mi papá, pero ninguno de los dos está.
—Están en el bar de enfrente —me dice la secretaria que está empezando a notar mi desesperación.
Le aviso a Esteban y él sale detrás de mí. Entramos al lugar indicado y buscamos entre la gente a aquellos hombres. Finalmente, los encontramos en la barra, charlando animadamente y comiendo maní con cerveza.
Me tiro sobre mi papá y lo abrazo con fuerza, a lo que él reacciona y me devuelve el gesto con sorpresa. Mi novio hace lo mismo con su padre y nos miran con preocupación. Seco mis lágrimas e intento detener
