Casi una hora después, salimos de la empresa y da la casualidad de que nos cruzamos a esa rubia. En cuanto Esteban se da cuenta de su presencia, sonríe y la abraza con fuerza. Ella también le devuelve el gesto e intento no expresar mucho mi disgusto. Entonces sí se conocen, probablemente es cierto que tienen un hijo. ¡Ay, siento que me desmayo! Inhalo y exhalo con profundidad para relajarme, no, no debo pensar en eso. Quizás son viejos amigos o algo, no puede ser verdad. Me quedo atrás, mirando como ellos hablan animadamente, se ríen y se miran con cariño. Aprieto la mandíbula. —¡Nina, vení! —me llama Esteban. Me acerco con cautela y me abraza por la cintura—. Ella es Claudia, era nuestra nariz estrella en la sede, pero se tuvo que mudar acá así que la trasladamos. —Hola, Nina,