Regresé a casa con un poco más de ánimos, siempre que nos encontrábamos ella hacía lo posible por darme ánimos y lo lograba.
Entré a casa, y no había rastros de mi padre, cerré detrás de mí y me adentré a la pequeña sala. De repente lo vi salir de su habitación palmeando su cabeza.
—Hola —saludé, y me tumbé en el sofá.
—¿Dónde estabas? —preguntó serio.
—Fui a ver una amiga, estoy buscando trabajo —expliqué.
—Mi Luna —dijo con cariño.
¿Cómo podía decirme así después de portarse tan mal conmigo? Borracho no sirve de nada, pero ya me cansé de pedirle que deje de tomar, no había dinero ni para comer como para pagarle una rehabilitación.
—¿Qué? Ni se te ocurra decirme: estudia querida que eres joven, ¿estudiar con qué? No te das cuenta que cada día estamos peor —dije con dolor.
—¿Por qué no te buscas un novio? Eres hermosa y...
—¿Es en serio papá? —pregunté parándome del sofá. —. Es el colmo, sé que ya soy muy mayor para seguir bajo el mismo techo que tú, pero caramba papá.
Le di una mirada de disgusto y caminé hacia mi habitación. Me lancé a mi cama y me armé de valor a escribirle a una de mis maestras, era mejor pedir favores apenadas, que pasar vergüenza haciendo algo deshonroso.
Revisé mis contactos hasta encontrar la de mi maestra más cercana, dudé, pensé, le di vueltas y vueltas al celular hasta que me armé de valor.
Hola maestra, ¿Cómo le va? Disculpe la molestia, le hablo para pedir de su ayuda, ya sabe los motivos por lo que abandoné la universidad, quisiera encontrar un trabajo, si sabe de algún lugar ¿podría recomendarme?
Quise borrarlo pero me armé de valor y pulsé “enviar” ya estaba hecho, ahora quedaba tener esperanza. El mensaje marcó las dos flechitas y mi corazón empezó a latir con fuerza, dejé el celular sobre mi mesita de noche y me acosté boca abajo pensando un montón de cosas.
¿Me ignorará? ¿Lo llegará a leer?
¡Ash! Que nervios. De todos modos si no conseguía nada, podía seguir buscando, no había motivos para perder la esperanza.
¡Click! Sonó mi celular y me enderecé de golpe, tomé el celular y abrí el chat.
“Hola Luna, lo siento querida pero no puedo ayudarte, si consigues en algún otro lugar te puedo ayudar con una carta de recomendación o alguna referencia. Eres muy inteligente, sé que conseguirás algo, suerte”
Sólo pude escribirle un: “muchas gracias” de lo mal que me sentí, pero sólo era el primer intento, no iba a rendirme, le escribí a Emma para que supiera como me había ido en el primer intento.
Le escribí a otra maestra y lo mismo, decidí a empezar a buscar desde el Internet, pasé la tarde en eso y nada.
Aquella noche el único alivio fue que mi padre estaba en casa y que no había tomado, iba a dormir tranquila, al menos nada aumentaría mi tristeza.
[...]
Al otro día salí temprano para buscar los periódicos del día, compré lo más que pude y empecé a revisar, había llamado a tres lugares pero los puestos ya estaban ocupados, o no tenía sus requisitos.
—Tienes todo el día ahí, no que ibas a buscar trabajo —murmuró mi padre saliendo de su habitación. —. Me voy.
Lo ignoré completamente, no lo entendía, yo no tenía la culpa de que por borracho haya perdido su buen trabajo y terminara trabajando en construcción.
El sonido de un nuevo mensaje me sacó de mis pensamientos, no tenía ánimos para estar comunicándome con nadie, quería seguir buscando en los periódicos pero decidí contestar. Era mi maestra.
Hola linda, escribe a éste número, hazlo rápido, es una empresa muy famosa y habrá muchas buscando el puesto, tengo una amiga que trabaja allí. Lee esto.
Mi corazón se abrió, releí el mensaje varias veces y luego abrí el documento, le escribí al número y envié todo lo que pedían, Dios, sólo esperaba que me aceptaran, no tenía experiencia en casi nada profesional y ni siquiera me había graduado, cuando tan sólo me quedaba un año y medio, que cruel era la vida ¿no?
Le envié un mensaje de agradecimiento a mi maestra, a lo que ella me respondió.
De nada, bella. Actúa con confianza, aprendes rápido.
Aquel mensaje me hizo sonreír.
No obtuve respuestas, pero no me desesperé, esa día antes de irme a la cama oré, necesitaba un milagro, tal vez podría continuar con mis estudios y lograr mi meta de ser una gran administradora.
Estaba en la cocina preparando algo, tenía el teléfono cerca, estaba desesperada porque me contestaran, pero tenía que ser paciente.
Serví mi plato de Macaroni Cheese y me senté a comer, iba a llevar el primer bocado a mi boca cuando sonó mi celular. Lo tomé inmediatamente y abrí el mensaje.
¿Puedo venir hoy para entrevistarla?
Mi corazón dio un salto de alegría, exclamé varios “sí” de la emoción.
—Es sólo un paso más, Luna, aún no te contratan —me dije a mí misma tratando de calmarme. —. ¡Sííí!
Tecleé un: “claro que sí” y fui corriendo a mi habitación, antes de vaciar toda mi ropa le escribí un mensaje a Emma. No tenía ropa elegante, pero sí tenía ropa bonita.
Me puse un pantalón n***o y un suéter largo de tela de algodón, usé unas botas negras y mi melena la recogí en un moño bajito, no iba a aparentar, esa era yo, me puse un poco de labial rojo y me fui. Estaba muy emocionada, y loca por estar allí, sólo esperaba que no se fijaran en mi apariencia, para muchos el dinero lo es todo.
Con la dirección en mi celular tomé un taxi, la ciudad me quedaba a unos treinta minutos si no había tráfico, en casa de que sí, una hora y pico.
Cuando llegué me compré un café, había salido sin comer nada, estaba demasiada emocionada, tan emocionada que caminaba sin mirar alrededor, estaba muy nerviosa. Sentí un leve empujón que provocó que mi café aterrizara en la acera, agradecí no haberme manchado.
Quedé aturdida viendo el café regado en la acera, estaba muy feliz como para enojarme por eso. Giré para ver a quién tenía detrás y me encontré con unos ojos azules, no dije nada, sólo junté mis labios en una línea esperando a que se disculpara, vestía ropa cara, su cabello estaba muy bien arreglado, era obvio que era un riquillo.
—Lo siento —se disculpó.
—No pasa nada —le dije. Al menos era educado.
Me moví rápido, lo único que tenía en la cabeza era mi entrevista, era lo más importante para mí, le pregunté sobre el edificio, no conocía aquella empresa, pero él me confirmó que era la que estaba buscando, me alcanzó y entramos juntos al edificio, pero terminamos tomando rumbos distintos.
Si él trabajaba allí, sí había esperanzas de que nos viéramos y tomáramos ese café.
Fui a recepción a preguntar por Amelia Allen, la mujer con la que me había comunicado, la mujer de recepción me pidió que la esperara mientras ella hacía una llamada.
Nerviosa junté mis manos y me las apreté con fuerza mientras las miraba fijamente. Del lado de la recepcionista había un gran ventanal, casi de frente el ascensor por dónde se había ido el hombre que me había tumbado el café.
—Hola —sobresalté.
Levanté la cabeza y me encontré con una rubia que me sonreía.
—Hola —le devolví el saludo.
—¿Me puedo sentar? —preguntó.
—Por favor —me moví un poco.
—Soy Amelia Allen, con la que te contactaste, será breve, así trabajo, espero que te sientas cómoda, no te preocupes, mi jefe me ordenó contratar a la primera ya que está muy saturado, su asistente se casó el sábado —farfulló y asentí.
Trabajaba de forma muy natural, cosa que me gustó mucho, pero aún no podía confiarme.
—¿Puedes trabajar horas extras? —preguntó.
Así no soporto al borracho de mi padre.
—Claro —respondí.
—Obviamente te lo recompensaremos —aclaró. —. Te enviaré algo a tu correo que necesito para mañana, y me traes tus documentos en físico junto a ellos.
—¿Estoy...
—Sólo debes ser eficiente, mañana lo sabrás —me guiñó un ojo con una sonrisa. —. Por cierto, tienes un hermoso cabello como para hacerte un simple moño bajito —tocó mi cabeza.
—Gracias —dije tocando mi cabeza algo sorprendida.
—No fue un cumplido —se paró del sofá. —. Luna Joines, un placer,la espero mañana a las ocho en punto, sin retraso.
Eso fue... ¡grandioso!