—Bien —dije haciendo ademán de quitarme la toalla y éste volteó. —Te espero abajo —dijo antes de salir y me reí. Él no era el único que podía intimidar, y si me provocaba, se la devolvería con más intensidad. Me cambié sin mucha demora, usé unos pantalones negros y una camisa de mangas cortas por fuera del pantalón, recogí mi melena en una coleta, la coleta que nunca dejaba. Tomé mi cartera y mi celular, tenía los documentos ahí por lo que no lo podía dejar. Bajé y empecé a buscarlo con la mirada, caminé hacia el restaurante que estaba dentro del hotel y lo encontré ahí, me acerqué pasando mi mano por mi cabello. Me senté a su lado y saqué los documentos de mi cartera inmediatamente, pero el me detuvo. —Podemos dejarlo para otro momento —pidió con su mano sobre la mía. —Claro

