Capítulo #32

1709 Palabras
POV: CARINA Aún no entiendo la reacción de él, ¿Por qué estaba llorando? ¿Por qué pidió disculpas? ¿Habrá pasado algo entre nosotros antes de que esos chicos me lavaran la cabeza? Es tan confuso todo, pero al menos estoy en casa, sólo que me gustaría disculparme con mi hermana aunque no pueda reconocerla, no aún. Me muevo de lado y miro la máquina a la que mi mano está conectada, muevo mi mano mirando el dorso, intento arrancarlo pero me duele por lo que abandono la idea. Un ruido en la puerta llama mi atención, llevo mi mirada hacia el alto hombre de cabello n***o y éste me da una sonrisa. —Hola —saluda acercándose. —Hola —mi voz sale nuevamente muy baja y suave. —¿Cómo estás? —pregunta con amabilidad. —Bien, ¿tú eres? —pregunto señalando con mi mano libre. —Soy amigo de Leonardo —responde. —Él... —alzo mi mano pero la bajo nuevamente. —. ¿Sabes si peleamos o pasó algo antes de que me secuestraran? —Am —aparta sus ojos de los míos poniéndose nervioso. —. Es preferible que hablen ustedes. —Entiendo —asiento. —. Sólo que me frustra no entender nada —explico. Él termina de llegar hacia la camilla colocándose del lado izquierdo. —Lo entiendo, no recordar debe ser frustrante, pero relájate —me dice con una sonrisa. —. Pero, cuéntame, ¿Qué te dijeron esos chicos acerca de tu vida? Remojo mis labios pensativa al recordar aquello, ellos me hicieron creer una vida que no era mía, todas esas estupideces yo las creí, me crearon un mundo en la cabeza. —Dijeron que los cuatro eramos hijos de mafiosos y que nos habíamos escapado para tomar nuestra libertad, no me dejaban salir, decían que era por mi seguridad —explico pasando mi mano por mi frente. —De no haber sido por esas pastillas que te daban, tal vez ya hubieses recuperado la memoria. Eso me deja sin palabras, ellos supieron actuar muy bien, me lo creí, pero ¿con qué fin hicieron eso? No lo entiendo, de haber sido por dinero, lo hubiesen pedido desde ya hace tiempo, y no había necesidad de limpiarme la memoria y dejarme completamente vacía. —¿Con qué fin me hicieron eso? —pregunto frunciendo el ceño. —Eso lo averiguaremos —asegura alejándose de la camilla para pasear por la habitación. —¿Entonces en realidad ustedes son unos mafiosos? ¿Y... mi padre también? —él asiente. —. ¿Sabes si mi familia me quería? —pregunto mirándolo fijamente, tal vez no todo era mentira, puede que hayan tomado parte de mi vida y plasmarla en la vida que crearon para mí, mi cabeza vacía. —Yo... creo que sí... Antes de que pudiera decir algo, el chillido de la puerta capta nuestra atención, muevo mis ojos hacia la puerta y me encuentro con el rubio de ojos grises, avanza con su mirada sobre mí y no puedo dejar de mirarlo. ¿Cómo nos conocimos? ¿Por qué nos casamos? Me siento muy joven. Su cabello rubio cae en su frente casi tapando su ojo izquierdo, tengo un esposo guapo. ¿Será un buen hombre? Me sonríe abiertamente con felicidad, se ve diferente, hace un rato se veía muy roto y las razones era lo que más me preocupaba. POV: LEONARDO Ver sus ojos es como ver el dolor, pero le sonrío con cariño, no quiero que me vea de esa manera, no quiero preocuparla porque por ahora cree que soy su esposo amado y trataré de tratarla como tal. —Te ves como nuevo —me dice sonriente Franco y palmea mi hombro. —Voy a emendar mi error, sea como sea, valga o no la pena —declaro con seguridad. —El doctor dijo que te la puedes llevar cuando quieras, tardará en recuperar la memoria, cualquiera cosa debes traerla y que los dolores de cabeza son normales —me explica, lo que me indica que se irá. —. ¿Qué harás? ¿Ya pensaste? Asiento, le echo una breve mirada a ella y la veo jugando con su cabello, regreso mi mirada hacia mi amigo y suspiro. —Me quedaré hoy aquí con ella, cuando se duerma te llamaré y te explicaré todo —explico. —Está bien, no le inventes otra historia —comenta mirándola. —. Ya le crearon una historia en la cabeza, no le crees otra, está muy confundida y puede que te haga muchas preguntas, nos vemos —me da una sonrisa de labios sellados antes de darse la vuelta. Pongo mi mejor sonrisa para acercarme a ella, nunca pensé que haría esto, pero es mejor acostumbrarme y no sentirme el ridículo. —Hola —saludo nuevamente, tomo la silla y la acerco para sentarme a su lado. —Hola —responde girando hacia mí para verme. —. ¿Aún no nos vamos? —pregunta mirándome desconcertada. Su mirada demuestra lo desubicada que está y que se siente, la manera de moverse y de hablar. —Mañana temprano estaremos en casa —aseguro. Me inclino un poco y tomo sus manos apoyando mis codos al borde de la camilla. —. Yo sé que tienes muchas dudas, pero vas a recuperar la memoria, si tratas de forzarlo te harás daño... —Lo sé —me interrumpe. —. Cada vez que intentaba hacerlo me dolía mucho la cabeza, pero lo único que me preocupaba era nunca poder recordar por lo que había dicho el doctor... —Ellas le pagaron, todo fue mentira, pero eso ya pasó —le digo con una sonrisa sincera. —¿Me extrañaste? —pregunta escaneando mis ojos. Asiento tratando de mantenerme firme, no puedo crearle más dudas en la cabeza con mi comportamiento, espero que no me odie más y entienda que sólo quería darle una buena imagen de mí y que quería su perdón. —¿Qué quieres comer? Debes tener hambre —comento al pensar en ello. —No sé —dice mirándome confundida, menea la cabeza pensando pero no se le ocurre nada. —. ¿Qué solía comer? —Te gusta mucho la sopa, borsch, no sé mucho, pues soy de Italia —alza las cejas sorprendida. —Wow, de hecho creo que sí me gusta la sopa —tuerce los labios pensativa. —Ya regreso —farfullo parándome. Salgo de la habitación y nuevamente empieza a sonar mi celular pero lo ignoro, camino hasta la salida y doy el mismo recorrido que hace rato para llegar hacia el restaurante. Entro al restaurante y pido la típica sopa de Rusa y entre otras cosas, sino les gusta pues lo dejará, de hecho ahora que lo pienso pude haber venido en mi camioneta pero no está mal el caminar, no sé donde tengo la cabeza desde que ella desapareció. Entro a la habitación con la funda negra en mi mano derecha y con la izquierda cierro la puerta. —Te traje algunas cosas más aparte de la sopa —digo mientras avanzo hacia la camilla, dejo la funda sobre la mesa y la abro para sacar la comida. —A ver —dice tratando de incorporarse. —. ¿Sabes que comúnmente creo yo que no venden sopa para llevar? Río volteando a verla completamente. —¿De dónde sacaste eso? —le pregunto. —Pues mover una sopa de un lugar a otro es un tanto complicado —hace una mueca con los labios. Meneo la cabeza viéndola sonreír, cuando hace eso no me quiero perder ni un segundo, ni hablar de si lo hace conmigo, quiero al menos pensar que a mi lado no todo fue dolor para ella, aunque sea sólo por un tiempo y que tal vez pronto me vuelva a odiar. Le sirvo la sopa y dejo a un lado lo otro, me siento nuevamente y la observo comer. Lleva una cucharada a su boca y lo saborea antes de buscar mi mirada. —No está mal —murmura y continua comiendo. Luego de ella terminar de comer, hablamos un poco de cosas triviales, gracias al cielo no insistió con ningún tema de cosas que no recordaba. Camino hasta el sofá y me siento, saco mi celular y le marco a Franco quien no tarda en contestar. —Hola —saludo. —. Nos mudaremos a una casa no tan cerca de la ciudad, con las mismas chicas de servicio puesto a que la conocen bastante, refuerza la seguridad, necesito que todo esté en orden. —Ok, por cierto, ¿Qué hacía Alessia allí? También notó el detalle, aún no me explico cómo y por qué estaba ahí, pero eso no es nada esencial para mí en estos momentos. —Lo pensé, y no tengo la menor idea pero eso no tiene gran importancia ahora —aclaro. —Sí tú lo dices está bien. [...] Pongo una mano debajo de mi cabeza apoyando mi codo al reposa brazos, desordeno mi cabello mirando alrededor frustrado, aún en la oscuridad de la habitación puedo observarla descansar. El sonido de la camilla moviéndose me alerta, muevo un poco la cabeza para verla mejor y noto que está removiéndose, me paro y me acerco a la camilla. —Carina —la llamo, pero no se detiene. Suelta un jadeo y se reincorpora de golpe asustándome, la miro extrañado. —Cari... Voltea a verme jadeante, pasa su mano por su cabello respirando agitada. —¿Estás bien? —pregunto inclinando mi mano para tocar su cabello. Asiente agachando la cabeza para recoger su cabello y dejarlo sobre su espalda, levanta la cabeza y me mira nuevamente. —Si somos pareja, ¿Por qué actúas tan distante? ¿Hay algo que deba saber? —pregunta mirándome con detenimiento. Debí tomar en cuenta eso, pero no lo pensé, aunque me aterra incomodarla, aún así debería comportarme como su esposo. —Vas a recuperar la memoria, no es que no quiera decirte nada —me acerco más a ella y tomo de sus hombros. —. Sólo no quiero incomodarte —la abrazo pegando su cabeza a mi pecho.
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