Capítulo #28

1692 Palabras
POV: LEONARDO —¡Ha pasado todo un maldito mes! —grito furioso. —Sí, pero no hay rastros de ella —se encoge de hombros. —. ¿Qué quieres que hagan? Intenté ayudarte pero no encontré nada. —Esto no puede estar pasando —paso mi mano por mi cabeza frustrado. —. Esto no me puede estar pasando —gruño. —Debemos ser pacientes, la encontraremos —dice, tratando de animarme. —¿Pacientes por un mes más? —reprocho. —. ¡CARAJO! —Así no resolverás nada —mueve su mano dándose la vuelta y abandona el despacho. No la he podido sacar de mi cabeza, su rostro la última vez que nos vimos no abandona mi cabeza y me tortura día a día, la decepción y el dolor en su mirada, el odio en sus ojos, ¿cómo borrar eso de mi mente? Imposible. Salgo de mi despacho tirando de la puerta un portazo, bajo apresurado acomodando mi saco, salgo de la casa y me meto a la camioneta inmediatamente. —Pensé que ya no ibas —comenta mi amigo. —Negocios son negocios y no es que tuviera algo que hacer más que volverme loco —digo con molestia. Cierro los ojos y apoyo mi codo a la ventanilla mientras espero llegar, no sé como sacármela de la cabeza, lo he intentado y nada me da resultado, simplemente se clavó en mi sistema desde ese día. Casi en media hora llegamos al lugar, bajamos y nos adentramos al casino, nos sentamos en el primer sofá libre que visualizamos y esperamos pacientemente a los clientes. —¿Quieres algo de beber? —pregunta mi compañero y niego. —. ¿Hace cuanto no tomas? —Franco ya —exclamo molesto. —. Ya te dije que sólo quiero limpiar mi conciencia y no deberle nada. —Claro —murmura bajito acomodándose a mi lado. Entre la multitud visualizo la silueta de un vestido rojo, subí mis ojos buscando ver su cabellera, su cabello es de un tono dorado y me parece conocido. —Buenas tardes —desvío mis ojos sobre la mujer y la pongo en los dos hombres que tengo en frente. —Buenas tardes señores —me paro junto a Franco y le extiendo mi mano. —. ¿Cómo ha sido el viaje? —pregunto con amabilidad. —Muy bien, gracias. Con una sonrisa los invito a sentarse y hablar de negocios. —No me gusta hacer publico nada de lo que hago, nuestros tratos quedan entre nosotros —aclaro. Apoyo mi brazo al reposa manos del sofá y vuelvo a mirar al fondo encontrándome con la misma cabellera y vestido rojo. La mujer voltea y con una copa de vino en manos observa alrededor curiosa. “Alessia” Sus ojos se encuentran con los míos y me mira atónita, pero luego sonríe. ¿Qué hace aquí? Alessia en Rusia, no sé ni por qué me sorprendo, esa mujer es una caja de sorpresas la verdad. —Ya regreso —le hago una seña a Franco y me paro para ir a su encuentro. —Leonardo —dice mirándome con detenimiento. —El mismo —afirmo. —Es una sorpresa para mí encontrarte aquí, ¿negocios?— Indaga jugando con su copa de vino. —Lo mismo de siempre, ¿tú? —entro ambas manos en los bolsillos de mi pantalón. —Se puede decir que lo mismo. Su sonrisa coqueta ligada con su engañadora mirada inocente me deja claro que es la misma mujer que dejé atrás hace cuatro años, sólo que ahora se veía más madura. —¿Y que has hecho? —pregunta llevando su copa a sus labios de forma coqueta. —. ¿Cómo te ha ido? —Bien, ¿y a ti? —pregunto de forma educada. —Nada mal, ¿Qué te parece si retomamos tiempo? Hay mucho de que hablar —sabía que lago así venía en camino y aunque me alegraba de verla no la quería en mi vida. —. Anda, tomemos algo —me toma de la mano y me guía hasta la barra. —No has cambiado nada —digo apoyándome de lado a la barra y de frente a ella. —Tú tampoco —me sonríe. Tomamos por un rato y hablamos de algunas cosas triviales, y como el pasado no podía faltar también hablamos de algunas cosas del pasado. —Leonardo —escucho la voz de franco detrás de mí y volteo a verlo. —¿Qué sucede? —pregunto volteándome completamente hacia él. Él se ríe sarcástico negando con la cabeza y luego me da una mirada de pocos amigos antes de agregar. —¿Qué sucede? Me acabas de dejar solo con tus socios para estar con tu amiguita —alza sus manos y hace comillas al decir “amiguita” Ruedo los ojos haciendo una mueca con los labios. —No es para tanto, sabes que hacer. —No sabía que me tenías tanta confianza —arquea una ceja mirándome divertido. —Ya quisieras —volteo para volverme a Alessia. —. Fue un placer verte, pero ya me retiro. —¿Tan deprisa? —ladeo la cabeza. —. Está bien, estemos en contacto —propone. Asiento con la cabeza y saco de mi bolsillo mi cartera para entregarle mi tarjeta. Inclino mi mano y toco su hombro suavemente despidiéndome. —Está más hermosa —comenta Franco caminando a la par de mí a lo que simplemente le murmuro un “ujum” —Sólo un ujum —reprocha mirándome mal. Me detengo para mirarlo con molestia, pero él todo se lo toma a chiste y no es fácil enojarlo, algo con lo que he aprendido a lidiar por todos nuestros años de amistad. —¿Qué más esperas que diga? Rasca detrás de su cabeza apartando la mirada nervioso. —No sé, sólo creo que Carina te hizo algo —murmura en voz baja y me mira de reojo, le preocupa sus palabras porque sabe que no me gusta jugar. La mención de Carina era lo que menos quería escuchar, yo que pensé que ya la había sacado de mi cabeza por un rato, pero mi querido amigo se encarga de mencionarla cada vez que puede,y aunque lo detesto por eso sé que tiene razón, no siempre, pero la tiene. —Deja de decir tonterías —le ordeno, muevo la cabeza hacia el frente y continúo caminando para llegar a la camioneta. —Al menos no refutaste —me lo esperaba, siempre encuentra algo que decir. —Cállate —mando abriendo la puerta de la camioneta. —Sí jefe —ruedo los ojos molesto, subo a la camioneta y tomo el volante al instante. —. ¡No me digas así! —le grito al él subir y se espanta sobresaltando lo que me causa risa. —¿Te parece gracioso? —dice, con la voz baja, como un leve jadeo del susto, lo que me provoca reír, es un maldito loco. —No, claro que no —digo sarcástico. —. ¿Y a ti? —le pregunto poniendo el auto en marcha. Se endereza y se acomoda sobre el asiento, apoya su brazo a la ventana y me mira. —Por cierto, yendo a lo serio, ¿le dijiste que estás casado? —pregunta. —No. —Ella no se ve desinteresada y bueno... Alzo una mano deteniéndolo. —Bueno nada, lo importante para mí ahora es encontrar a Carina —regreso mi mano al volante. —Sí, hay que encontrar a tu esposa —dice suspirando, y sé que lo hace a propósito. Igual, ella es mi esposa, aunque ambos sabemos en qué condiciones lo es. Aprieto ambas manos sobre el volante con fuerza, me cuesta pensarla, tal vez era el karma haciendo su trabajo. POV: KARINA Con ambas piernas cruzadas como indio y un plato de plástico lleno de palomitas mantengo mis ojos en la tele, he dejado de tratar de recordar, poco a poco me estoy acostumbrando a esto, a ésta vida de la que no tengo idea si en realidad es mía. Aún hay muchas dudas en mi cabeza, pero me las he tragado ya hace tiempo y aunque todo me parezca raro desde el principio supo que no tenía de otra y no me queda de otra que confiar en ellos. Sobresalto tirando del plato de palomitas al suelo al escuchar el portazo, me paro y miro hacia la puerta encontrándome con las dos chicas apuradas. —¿Qué...? —Vamonos —ordena rápidamente dejándome con las palabras en el aire. —Pero... —intento refutar pero no me dejan. —Sólo toma algunas cosas y vamos Carina —me ordena la castaña severa. Las miro a ambas nerviosa, sin entender nada, pero decido obedecer, doy un paso para subir por las escaleras pero en eso baja el moreno tan sólo en un short, mostrando sus atributos u la mitad de todos. —No me sorprende —mofa la rubia. —. Nunca estás alerta por si pasa algo. —Soy un hombre seguro —dice, encogiéndose de hombros con una sonrisa pícara. Justo en el momento que decide dar un paso para seguir bajando escuchamos varios disparos, alertada suelto un gritico dando un salto. —¡Maldición! —exclama la rubia. —. Vístete y tráela —ordena sacando algo detrás de su cintura. Yo me quedo aturdida mirando la nada sin saber que hacer, repentinamente siento alguien tirar de mi brazo y arrastrarme por las escaleras. —Muévete —me ordena el moreno. Salgo del shock y me adentro a la habitación, me muevo nerviosa como una estúpida que no está a punto de orinarse del miedo. Tomo un par de libros y salgo de allí, me encuentro con el moreno que se está terminando de poner una camiseta y se ríe al verme. —¿Es en serio? —señala con la mirada los libros que tengo contra mí. Niega con la cabeza y tira de mi brazo nuevamente para arrastrarme detrás de él.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR