Nos metemos por la cocina para salir del otro lado.
—¿Y las chicas? —pregunto agitada.
—Saben cuidarse solas, es a ti a quien debo cuidar —aclara.
Mirando alrededor preocupada trato de ir al ritmo de él pero con esas piernas es casi imposible.
—¡Ah! —grito llevando ambas manos a mi cabeza agachándome.
Mantengo mi cabeza agachada por lo que sólo puedo escuchar sus golpes y jadeos, luego de eso él vuelve a tirar de mí. Cuando salimos de la casa y llegamos a la carretera una camioneta se detiene frente a nosotros.
—Suban.
Quedo perpleja al ver a las chicas, ¿Cómo salieron de la casa? Y por la puerta principal para rematar. Subimos al asiento trasero y al instante lo pone en marcha.
—¿Estás bien? —me pregunta la castaña girándose hacia mí desde el asiento delantero.
Asiento con la cabeza sin poder objetar nada, al estar jugando con mis dedos nerviosa recuerdo los libros, ¡rayos! No podía ser peor.
—Nos encontraron —escuchamos la molesta voz de la rubia. —. Para que esto continúe tal como lo planeamos deberá brindarnos seguridad absoluta —demanda y desde mi lugar puedo ver como aprieta el volante con fuerza. —. Si esto se arruina su plan sale mal y no será por nosotros sino por el peligro del favor que le estamos haciendo.
Aleja el aparato de su oído y cuelga antes de lanzarselo a la castaña y continuar manejando con ambas manos.
El moreno a mi lado está muy tranquilo, lo que no entiendo, en vez de preocupados u asustados están desesperados por algo, ¿de qué se trata? No tengo la menor idea.
—Oye —volteo a verlo al escuchar al moreno. —. Relájate, estamos para cuidarte —dice con una sonrisa.
—Claro —mascullo asintiendo. —. ¿A dónde vamos? —pregunto.
—A mi casa, ¿no es así? —pregunta en dirección hacia las chicas.
—Sí, es lo más seguro por ahora.
Aparte de eso, nadie dice nada más y yo guardo silencio mientras creo un mar de preguntas en mi cabeza, ¿Qué pasó? ¿Quién nos atacó? ¿Y por qué razón?
Nos estacionamos frente a una casa de color caoba, alrededor hay varios árboles y en la entrada hay varias gradas para subir y llegar a la puerta. Nos bajamos del auto y nos metemos los cuatros a la pequeña pero acogedora casa, las escaleras están de espaldas a la sala y la cocina está detrás de las escaleras.
Las cosas no están sucias, pero si empolvadas, no hay ni una imagen pegada ni en las paredes ni sobre la mesa de la sala, muy vacía.
—¿Hace cuanto no vienes aquí? —suelto la pregunta de la nada.
—Es una muy buena pregunta —murmura la rubia empezando a pasear por la sala, se acerca a la ventana y mueve las cortinas, lo que hace que a continuación empiece a toser.
—Si no limpiamos éste lugar puede ser peligroso —comenta la castaña a mi lado.
—¡Oigan! —exclama el moreno asustándome. —. No exageren.
—Insectos —las voz de la castaña a mi lado se escucha como una bruja sin cuerdas bocales, algo sin sentido.
—Puede ser una casa embrujada —agrego paseando mis ojos alrededor.
—Al fin dices algo, y gracioso para el momento — —dice la castaña con su voz natural.
La rubia estornuda captando nuestra atención además de poner los ojos sobre ella.
—¿Quién limpiará? —suelta.
Los tres se miran entre sí, pero yo estoy tratando de ver más allá de la cocina.
—Creo que si lo hacemos todos, no nos costará ni un centavo —murmuro sin apartar los ojos de la cocina.
—Estoy de acuerdo —dice el moreno y aparto mis ojos de la cocina para ponerlos en él.
[...]
Ninguna me ha dicho que está pasando, tampoco no he cuestionado nada, pero la duda no me deja tranquila, ¿Quién nos está persiguiendo? ¿Y por qué?
—Gregori, ¿Por qué sucedió lo de la casa? —pregunto pasando a sentarme a su lado sobre el sofá.
—Eso no fue nada para lo que acostumbramos vivir —dice despegando su espalda del sofá.
—Aún es increíble que jóvenes como ustedes estén mafia —comento apoyando mi brazo al reposa manos.
—Bueno...
Siento como el sofá se mueve un poco debajo de mí y giro la cabeza para verlo, está muy cerca de mí, lo miro con el ceño fruncido, apoya su otra mano al respaldo del sofá detrás de mí.
—¿Qué haces? —pregunto mirándolo confundida.
Inclina su otra mano y toca mi cabello con suavidad mientras se acerca poco a poco, ¿Qué le pasa? ¿Por qué se está comportando de esa manera de la nada? No entiendo.
—Oye —reclamo moviéndome un poco más hacia atrás antes de que se acerque más. —. ¿Qué haces? —pregunto otra vez.
—Me pregunto si esa inocencia es por tu falta de recuerdos o en verdad eres así —dice elevando su labio superior.
No hay donde más echar para atrás por lo que me detengo mirándolo a los ojos, preocupada porque estamos solos, confundida porque tenemos tiempo viviendo juntos y nunca se ha comportado de esa manera.
Besa repentinamente mis labios, me quedo inmovilizada de la sorpresa, siento mis manos subiendo a mis muslos debajo de mi vestido, cuando intenta seguir subiendo lo aparto parándome del sofá.
—¿Qué? ¿No te gusto? —pregunta, con un tono burlón, muy diferente a como solía ser antes.
—No —niego. —. No sé que pretendes pero no me gusta tu jueguito.
—Puedo esperar a que te guste —se para del sofá y avanza hacia mí. —. Podemos entretenernos —tira de mi cintura hacia él.
Miro su cuerpo pegado al mío y subo la mirada hasta sus ojos, uso mis muñecas para poner distancia entre nosotros.
—Estoy bien —lo empujo despacio y me libero de su agarre.
Me doy la vuelta, y camino hasta las escaleras para empezar a subir, siento que ya no será tan seguro estar aquí, con ellos.
—Puedo contarte la verdad sobre tu vida, tu verdadera identidad —dice logrando detenerme. —. ¿No es lo que te tortura?
Giro sosteniéndome con más fuerza del pasa manos y lo miro a los ojos.
—¿De qué estás hablando? —pregunto. —. ¿No me han dicho todo u me han mentido?
Él se queda un rato sin decir nada.
—Pensé que dudabas de nosotros —objeta.
Me encojo de hombros.
—Es normal, he perdido la memoria pero tampoco los creo unos mercenarios, al contrario estoy agradecida, me han estado cuidando —digo pensativa.
—Disculpa, no era en serio —me aclara. —. No soy así, ven, veamos una película mientras vienen las chicas.
Asiento un poco más tranquila y bajo las escaleras para regresar a la sala, le creo, puesto a que nunca demostró esa postura.
—Trabajan más que tú —digo en broma.
—Oh claro, no sabes mi trabajo —se tumba en el sofá.
Me tumbo a su lado.
—¿Algo más que entrenarme y cuidarme? —pregunto cruzando mis piernas como indio.
—Ja, ya quisieras —mofa.
Nos quedamos viendo películas hasta que llegaron las chicas en la noche y cenamos para ir a la cama. Aunque pasé lo de Gregori por alto, no estoy convencida del todo de que haya sido en broma, al menos no sus palabras, ¿y si ellos me estaban estafando? ¿Y si esta en realidad no es mi vida? ¿Cómo lo averiguaré?
Pienso en lo que pasó con Gregori y es como si algo en mí reconociera esa actitud, ¿acaso lo habré vivido en el pasado? Llevo ambas manos a mi cabeza y empiezo a masajear mis cien del dolor, no puedo recordar nada y si lo intento me lastimo.
Me meto al baño y me doy un baño caliente, ¿estaré siendo una ingenua? ¿Qué es lo que no estoy viendo? Tal vez no quiero ver más allá por miedo a no poder escapar de ellos.
POV: LEONARDO
Salgo del restaurante apurado, escuchando las protestas de Alessia, pero no me detengo, si lo que me acaba de decir Franco por teléfono es verdad, pues al fin tenemos algo y no pienso dejarlo pasar por alto.
Me monto en mi camioneta y conduzco apurado hacia mi casa, necesito saber algo de ella lo más pronto posible o me volveré loco, todo esto es mi culpa, saqué a una chiquilla de la casa de sus padres y la metí en éste infierno siendo inocente, siendo una pequeña incapaz de matar una mosca.
¿Entonces dónde estaba mi objetivo? ¿Y quién me tendió ésta trampa de tomarla a ella? ¿Por qué? ¿Con qué fin?
Estaciono frente a la casa y me bajo rápidamente, tiro de la puerta y me del auto y me adentro a la casa, dando zancadas me encamino hasta la sala.
—Franco —llamo.
—Siéntate —me ordena, palmeando el sofá.
Ésta muy serio, lo que me preocupa y me da algo de esperanza a la vez, él no suele ser así, a menos que el caso sea muy serio y requiera de mentes tranquilas y no bromas de por medio.
—Hubo un ataque en una zona muy poco poblada, los vecinos que son pocos y que viven muy alejados de ésta casa —señala la pantalla. —. Aseguran que muy pocas veces se siente la presencia de personas dentro pero que ese día fueron disparos los que los sorprendieron.
—¿Quiénes viven ahí? —pregunto angustiado.
—Unos jóvenes —me responde. —. El grano de todo esto es quién los atacó —puntualiza volteando a verme por primera vez desde que entré.
—¿Quién?
—Mariella —suelta.
¿Mariell? ¿Ella sabía que Carina estaba secuestrada u desaparecida? ¿Cómo lo supo? ¿Le habrá dicho a su padre? Puede que esté en más problemas de lo que creía.
—¿Cómo...?
—Es imposible, creo que tal vez fue un presentimiento y que al ponerse a investigar lo descubrió, entonces yo lo que digo es que deberíamos unirnos a ella, la encontraremos más rápido —propuso.
Claro que no, imposible.
—No —tiro rápidamente.
—Sabía que dirías eso pero lo harás por ella, ella está a un paso de nosotros, y ni siquiera sabemos que le han hecho a la pobre chica, sólo piénsalo —dice con seriedad.
—Mariella debe estar preparando mi tumba, la seduje para luego quedarme con su hermana y hacerle todo eso, ¿crees que aceptaría?
—Puedes intentarlo, si de verdad quieres remediarlo, porque si ella la encuentra estoy seguro que se la llevará lejos y tiene las habilidades para sacarla del país sin un rastro y tú lo sabes —anota señalándome.
—¿Cómo sé que ella está con ellos? —pregunto pasando mi mano por mi rostro frustrado.
—Vamos a comprobarlo por ti mismo —empieza a teclear la laptop y me muestra un vídeo. —. Es el hospital más cercano de ese lugar, aún no averiguo que doctor la atendió.
—Pero —frunzo el ceño observando como ella se mueve junto a la rubia sin preocupación. —. Ella se ve normal junto a ella, ¿Por qué no muestra preocupación? Ella es muy rebelde, no creo que estaría tan tranquila estando secuestrada.
—No saques conclusiones, aún no sabemos que tipo de personas son esos chicos ni qué le hicieron —deja la laptop a un lado y se agacha un poco juntando sus manos. —. Ya hablé con las otras tres personas que vivían allí, es momento de hablar con el doctor.
Junto mis manos mirando alrededor mientras pienso y pienso, no quiero juntarme con su hermana, ella es un gatillo a punto de ser apretado y entiendo que el odio que tiene hacia mí, sólo que a mí nunca me ha importado causar odio, rencor, envidia y lástima en los demás.
—Gracias —murmuro poniendo los ojos en el suelo.
—¿Qué tal sin mejor los anotas para que sepas cuánto me debes? Porque los quiero de vuelta —declara en tono burlón.
—Claro —elevo mi mano y palmeo su hombro. —. Vamos, hagamos lo ahora —demando.
—Tengo un plan.