Capítulo #30

2024 Palabras
Mirando alrededor disimuladamente nos adentramos al consultorio, cierro la puerta con seguro antes de mirar la habitación. —¿Tienen...? Franco y yo sacamos nuestras pistolas al mismo tiempo haciendo que el doctor dejara sus palabras en el aire. —Siéntese —ordeno señalando con la pistola. Sin refutar se sienta en su escritorio mirándonos asustadizo, muy poco hombre de su parte, pero eso sólo hará las cosas más fáciles. —Te recomiendo no intentar nada porque mi amigo aquí es un narcisista —Franco me señala con la cabeza. —. Haber, sólo queremos saber una cosa, una pequeña información —saca su teléfono y se lo lanza? —. ¿Atendiste a esa chica? Temblando sostiene el celular y mira la pantalla. —Yo atiendo a mucha gente, no podría recordarlo —dice entre cprtada, mirándonos nervioso. —Ohh —emito apenado. Avanzo hacia él y me siento sobre su escritorio apuntando hacia su pecho. —. Yo también puedo olvidar que si aprieto esto te mueres. Abre sus ojos atónito y abre la boca para hablar varias veces pero no lo logra. —Yo... en verdad no lo sé —niega con la cabeza varias veces. —¿No lo sabe? —inquiero burlón. —Creo que será mejor llevárnoslo y torturarlo, esto es un hospital y la gente ya tiene suficiente con que lidiar —comenta franco detrás de mí. —. O bueno, puedo ver que tiene por aquí y hacerlo menos doloroso —avanza hacia el cajón que ésta cerca de la camilla y empieza a revisar. —No más bromas —sobo la pistola alzándola a su cabeza. —. Uno, dos —cuento mirándolo fijamente a los ojos. —Sí sí sí —farfulla cerrando los ojos con fuerza y alzando las manos. —. Revisaré los archivos. —No me interesan tus archivos, sólo habla —ordeno. —Ella vino con una rubia, la rubia me pagó para que le dijera que no iba a poder recordar por ahora —dice tartamudeando. Franco y yo nos miramos inmediatamente al escuchar eso. —¿De qué está hablando? —pregunto molesto. —Ella quería hacerle creer a la chica que había perdido la memoria pero ellos fueron quienes le lavaron la cabeza. —¿Dónde podemos localizarla? —pregunto con la voz baja, no entiendo porque sentí una punzada en el corazón la saber eso, tal vez me estaba preocupando demasiado por ella, pero ya no puedo más con el karma. —No tengo idea, se los juro, en serio... Franco aparece de la nada y le inyecta algo con fuerza por lo que el señor jadea. —Va a morir en cinco minutos —le dice con una sonrisa siniestra. —¿Qué me inyectó? ¿¡QUÉ ME INYECTÓ!? Franco me mira y se echa a reír a carcajadas. —¿Qué tipo de inyecciones tiene ahí para ponerse así? —le pregunta, es una muy buena pregunta la verdad. —. Vayámonos. Guardo mi pistola en mi cintura al igual que él y salimos del consultorio, ahora necesitamos más pistas, para poder encontrarla. Nos montamos en la camioneta para irnos. —En lo personal creo que esos jóvenes debieron ser contratados, ¿con qué fin iban a secuestrarla? Ya hubieran pedido dinero por ella, pero no —tiene mucho sentido sus palabras, pero era uno más a la lista de las cosas que teníamos que averiguar. —Estoy de acuerdo, si lo encontramos podemos dar con el jefe. El zumbido de mi celular nos interrumpe, sin apartar la mirada de la carretera saco mi celular de mi bolsillo y se lo extiendo a franco. —Contesta. —Es... Alessia. —Contesta o cuelga —le ordeno. —Prefiero colgar. Río. —No te agrada ¿verdad? —le echo una breve mirada. —Pues nop. POV: CARINA. Bajo las escaleras y no veo a nadie, las chicas están planeando que nos mudemos nuevamente ya que no era seguro estar aquí, ambas siempre están muy ocupadas, menos Gregori, de hecho creo que lo dejan conmigo ya que es el hombre y puede cuidarme mejor. Miro alrededor sin entender nada y junto mis labios suspirando, no me sorprende el vacío, aunque puede que estén arriba, casi nunca sé cuando están o no. Me encamino hacia la cocina y otra vez me llama la atención esa puerta trasera, nunca he husmeado en la otra cosa, tampoco pienso hacerlo aquí, sólo quiero saber a dónde me lleva esa puerta. Camino hasta la puerta e intento abrirla pero ésta no cede, continuo sacudiendo el pomo de la puerta pero de nada sirve, miro el cerrojo que tiene por arriba y se me ocurre la idea de usar un pincho. —Cari... —escucho una voz a mis espaldas y me congelo. Literal, quedo en blanco sin saber que hacer o decir, mis manos se alejan lentamente de la puerta, no me atrevo a voltear, estoy demasiada asustada y en shock, no reconozco la voz peor me siento como cuando te descubren en algo malo, pero no estoy haciendo nada malo. Lentamente me atrevo a girar y me encuentro con una mujer de piel clara, ojos cafés y cabello n***o similar al mío. ¿Cómo sabe ella mi nombre? ¿Y qué hace aquí? Da un paso hacia mí pero retrocedo. —¿Quién es usted? No se acerque —advierto. Ella se queda un momento en shock, abre la boca impresionada como si no creyera lo que está pasando, me mira atónita y amaga varias palabras pero nada sale de sus labios. —Cari —susurra intentando acercarse. —No te acerques —ordeno con severidad. Ella me observa confundida, pero no me inmuto, su cabello n***o cae sobre sus hombros, viste unos vaqueros negros y unas botas del mismo color, una camisa blanca con zíper hasta el cuello. Siento sus manos apresar las mías para conectar sus ojos con los míos pero la empujo, ella titubea pero no cae. —Oye —reclama. —. No quiero hacerte daño. —No te acerques —demando. —. ¡No lo hagas! Ella da varias zancadas para estar frente a mí nuevamente, me toma de los hombros y me sacude. —Mírame a los ojos —ordena. —. ¡Mírame a los ojos! —grita. Mi mente se perturba, siento como si una vena se rompiera en mi cabeza y a pesar de las voces que escucho en mi mente, el dolor es insoportable. Meto mi pierna entre sus pies y la tumbo logrando que me suelte, me lanzo encima de ella y cruzo sus brazos por encima de su cabeza. —¿Quién eres? ¿Qué quieres? —exijo mirándola a los ojos, mi cabeza aún duele, pero tengo que defenderme. Ella rodea sus piernas alrededor de mi cintura y se impulsa logrando dejarme abajo. Forcejeo con ella, golpeo su rostro con mi codo y ella jadea pero no me devuelve el golpe. —¡Basta! —grita. —. ¡Escúchame! —apresa mis manos por encima de mi cabeza. Abro mis piernas como si fuera a hacer un splis para impulsarme sobre ella pero ejerce más fuerza sobre mí. —Carina soy yo, tu hermana —dice agitada confundiéndome. —Sólo quiere jugar con tu mente —exclama alguien desde afuera de la cocina. Me suelta para sacar de su cintura una pistola, la empujo hacia un lado y salgo corriendo de la cocina. —¡Carina! —grita detrás de mí. La rubia me coloca detrás de ella y saca también su pistola. —Deja en paz a mi hermana maldita —amenaza la morena avanzando. —. Te advierto que te vas a arrepentir —dice entre dientes. Me sorprende su valor, sostiene su pistola con firmeza y no hay miedo en sus ojos, ni siquiera le preocupa su oponente. —Ella no es tu hermana —niega la rubia tranquilamente. —¿Ah no? No somos hermanas y parecemos gemelas —dice con sarcasmo. —. No me conoces maldita escuincla, aunque huyas hasta el fin del mundo seré yo quien te haga picadillos sino la sueltas. La rubia se echa a reír irónicamente. —Oh, que miedo. —No quiero provocarte miedo, voy a hacerte algo peor, si no me conoces será mejor que busques en google el apellido Ivanov, será mejor que empieces a cavar tu propia tumba —alza su pistola sobándola. Vuelve a apuntarla, pero alguien dispara desde las escaleras por lo que ella se agacha. La rubia tira de mi brazo y me arrastra hacia afuera pero estamos literalmente rodeados, yo aún sigo pensando en la palabra “hermana” ¿será? Volvemos adentro y ya no veo a la morena, salimos por aquella puerta que intenté abrir y no logré. —¿Ella es mi hermana? —pregunto con la voz baja. —Eso no importa ahora —exclama corriendo conmigo. Mientras ella me arrastra detrás de ella, yo no dejo pensar en lo que acaba de pasar, ella habló con tanta valentía, se veía dispuesta a lo que sea, ¿Quién no admiraría que una hermana la defendiera de esa manera? [...] Despierto sobre una cama y miro alrededor confundida, ¿me habré desmayado? ¿O me hicieron perder la conciencia? Bajo de la cama y no encuentro mis zapatillas pongo mis pies en el frío suelo y me dirijo hacia la puerta, está sin seguro por lo que salgo sin problema. —Es mejor terminar con esto, darán muchísimo dinero por ella, acabemos con eso —escucho la voz de Yura. —Teníamos un trato, no podemos simplemente hacer eso, nos podrían matar —refuta la rubia. —Pero la hermana y ése maldito sicótico de su esposo también nos puede matar —exclama la castaña. —. Y no me voy a arriesgar, son dos contra uno, mejor decepcionemos a uno que a esos dos, por cierto, esa chica es la hija del mafioso ruso más peligroso, la familia Ivanov es la más poderosa y tiene la protección de dos tipos, uno de la mafia Italiana, otro de ucrania, ¿Por qué? Porque ambas hijas están casadas con nos narcisistas, no sólo por poder, sino que también es porque el que le ponga un dedo encima el padre ni tiene que hablar. Llevo una mano a mis labios impresionada al escuchar todo eso, entonces, ¿de verdad soy la hija de un mafioso? ¿Entonces ella es mi hermana? —La señorita Alessia... —Olvida a esa maldita mujer —interviene Gregori. —. Es mejor irnos de aquí, no estamos a salvo y estamos en un lugar muy público. Regreso corriendo a la habitación donde estaba y me encierro, me siento en la cama y empiezo a jugar con mis dedos cuando él aparece en mi puerta. —Vamos cari —me ordena. —Mis zapatillas —anoto. Se va y al rato regresa con un par de chanclas, me toma de la mano y al salir del departamento me entrega unos lentes de sol, aún no proceso todo lo que escuché, necesito tranquilizarme y pensar, para no actuar por actuar, no sé si ellos serían capaces de matarme y lo dudo, al parecer soy muy valiosa para ellos, me necesitan. —¿A dónde vamos ahora? —pregunto con tranquilidad. —A un lugar seguro —la rubia me da una sonrisa desde el retrovisor. Esto siempre fue una falsa, mela hicieron creer y ahora no sé nada, ¿Por qué? Porque lo que pensaba de mí parece no ser cierto, ¿Quién soy en realidad? ¿Cuándo acabará esta pesadilla? ¿Cuando recuperaré la memoria? Apoyo mi brazo a la ventanilla y cierro los ojos pensando, y lo primero que aparece en mi cabeza es la imagen de la morena, dijo que era mi hermana y al mirarme no puedo refutar el parecido, es imposible de desmentir siendo así, pero, ¿Cómo aterricé con esos jóvenes? ¿Habrá sido por una rebeldía? ¿O me habré escapado de casa?
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR