Esa noche, en una gran explanada de tierra donde esperaba un avión privado se pararon varios coches que se detuvieron al lado de ese jet. Se bajaron varias personas y, del vehículo central se bajaron dos personas. Una de ellas llevaba un maletín en una de las manos mientras que la persona que iba a su lado tenía las manos dentro de los bolsillos del pantalón del traje. Hilbert miraba a su amigo, intuyendo lo que su mente estaba pensando en esos momentos. Entonces, comentó: — ¿Tenías planeado contarle la verdad? — Sí…no. No quería contarle a lo que realmente me dedico pero lo hecho, hecho está – cerró los ojos. – Ahora entiendo cómo se sentía mi padre cuando mi madre se marchaba de casa y le ocultaba cosas… — Tú no eres tu padre. Y, quizás después de un tiempo, Kaia vuelva a tu lado.