Kaia cerró los ojos y luego suspiró. Se bebió lo que le quedaba en su copa. Se giró para volver a mirar por la ventana y se perdió en sus pensamientos como hacía cuando se encontraba sola. Aunque en esos momentos no estaba sola, sino con sus ex compañeros de Verlag. Madeleine se acercó a su amiga, con una copa de champán y se puso a su lado. Kaia le miró sin mucho afán y tomó la copa que su cuñada le ofrecía. — ¿Sabes? Pasada mañana viene Stefan a la Delegación. Tiene una reunión con el Director General — le contó Madeleine, atenta a la reacción de su amiga. — ¿Y? — Sólo te aviso por si quieres que las niñas vean a su padre. — Ese hombre no es su padre – dijo Kaia fríamente. — ¿Quieres dejar de decir tonterías? Las niñas tienen derecho de ver a su padre, te guste o no – le regañó