bc

CUANDO LLEGASTE

book_age18+
113
SEGUIR
1.5K
LEER
los opuestos se atraen
heredero/heredera
drama
sweet
ciudad
love at the first sight
like
intro-logo
Descripción

"No Te Esperaba" narrada por Alessandro Mancini

La muerte de Salvatore Ferrara sacude los cimientos de todo lo que conozco. Él fue mi mentor, mi ejemplo y el hombre que me dio un lugar en un mundo donde la lealtad lo es todo. Y ahora, con su ausencia, llega ella.

Valentina Ferrara. La hija que creció lejos del imperio. La heredera que nadie esperaba ver en Italia. La joven que regresa con más preguntas que certezas… y con un dolor que ni siquiera intenta disimular.

Mi deber es acompañarla, mostrarle el camino, enseñarle cómo sobrevivir en una empresa donde los apellidos pesan más que las decisiones. Pero no estoy preparado para lo que significa tenerla cerca. Valentina no encaja en el universo que construyó su padre… y aun así, lo desafía todo.

No conozco todos los secretos de Salvatore. Nunca los conocí. Solo sé que quiso mantener a su hija lejos, y que ahora su voluntad la trae de vuelta sin margen para escapar. Y mientras ella intenta entender quién fue realmente su padre, yo intento comprender por qué me afecta tanto lo que siente, lo que calla, lo que me exige sin decir una palabra.

Compartir la misma casa convierte cada día en un campo minado. No porque ella desconfíe de mí—al contrario, me permite estar cerca en los momentos en los que todo se derrumba— sino porque cada gesto suyo vuelve más difícil mantener la distancia que debería.

Entre las dudas sobre la muerte de Salvatore, las tensiones dentro del imperio Ferrara y el peso de lo que ambos arrastramos, una verdad se hace evidente:

Valentina puede cambiarlo todo. Incluyéndome a mí.

chap-preview
Vista previa gratis
EL PRIMER ENCUENTRO
El cielo de San Francisco estaba cubierto por una neblina espesa, de ese gris mate que anuncia tormenta. Un clima demasiado adecuado para el día en que despedíamos a Salvatore y a su esposa. Nunca pensé que volvería a esta ciudad con un propósito tan devastador. Me mantuve a prudente distancia mientras los féretros descendían. Podía sentir cómo el silencio de la ceremonia me apretaba el pecho, más de lo que estaba dispuesto a admitir. Salvatore había sido muchas cosas en mi vida, pero sobre todo… había sido un faro. Y ahora me quedaba sin norte. Fue entonces cuando la vi. Ella. Valentina. De pie frente a la tumba, con los ojos enrojecidos y el cuerpo temblando como si cada respiración la desgarrara por dentro. Y sus ojos… unos ojos verdes, intensos, imposibles de ignorar incluso bajo la sombra del dolor. Los mismos ojos que, según Salvatore, tenía de niña. Los ojos que había querido proteger del mundo. Su mirada se cruzó con la mía por un instante y sentí un golpe seco en el pecho. No sabía si era compasión, desconcierto… o algo que no tenía derecho a sentir. No sabía si debía acercarme. Salvatore había sido claro en sus instrucciones, pero nada me había preparado para enfrentarla así: rota, vulnerable, furiosa con el mundo entero. Carla —su amiga, según me habían dicho— la sostuvo cuando sus rodillas cedieron. Yo apreté los dientes. No era mi lugar intervenir, no aún. Pero cada fibra de mi ser me pedía hacerlo. Cuando el sacerdote terminó la ceremonia y las rosas comenzaron a caer sobre los ataúdes, Valentina se derrumbó. Cayó de rodillas sobre el césped húmedo, ajena a las miradas que intentaban compadecerla. Yo di un paso hacia adelante, casi sin darme cuenta. No podía verla así. Y sin embargo, debía hacerlo. Salvatore confiaba en mí. Y si algo aprendí trabajando a su lado, fue a respetar el momento exacto en el que debía actuar. Cuando la vi hundir el rostro entre sus manos, incapaz de sostener su propio peso emocional, supe que ya no podía esperar más. Me acerqué. Puse una mano firme sobre su hombro. Sentí cómo tensó todo su cuerpo bajo mi tacto, lista para romperse o para atacar. —A tu padre no le gustaría verte así —dije. Era lo único verdadero que podía ofrecerle sin traicionar su memoria. Ella levantó la cabeza. Y esos ojos verdes, brillantes por las lágrimas y encendidos por la rabia, me atravesaron como una descarga. No entendía cómo podía verse tan frágil y tan feroz al mismo tiempo. —¿Quién eres? —preguntó, con la voz rota—. ¿De dónde conoces a mi padre? ¿Eres otro de esos empresarios italianos que ni siquiera sé quiénes son? Respiré hondo antes de responder. No podía permitirme dudar. —Soy Alessandro Mancini. No soy empresario, si eso te tranquiliza. Era la mano derecha de tu padre en la empresa. La palabra empresa cayó como una piedra entre nosotros. Ella retrocedió un paso, como si esa sola sílaba fuera una amenaza. —No quiero saber nada de esa empresa —dijo, dejando escapar toda la rabia que contenía. Intentó alejarse, pero la sujeté del brazo. Su piel estaba fría por la lluvia que empezaba a caer. —Tu padre me habló mucho de ti —dije, cuidando mi tono—. Dijo que eras valiente, inteligente, alegre… pero ahora solo veo a una mujer consumida por la ira. No la juzgaba. La provocaba. Porque a veces el dolor paraliza, y necesitaba que reaccionara. Pero cuando sus ojos verdes se encendieron aún más, entendí que quizá había empujado demasiado fuerte. —¡Tú no me conoces! —gritó, liberándose de mi agarre—. ¿Tienes idea de cómo me siento? ¡Mataron a mis padres, por si no te has enterado! Se alejó corriendo. Y yo me quedé mirándola, sabiendo que la había empujado al límite. La seguí. No porque fuera mi obligación, sino porque algo dentro de mí —algo que no sabía nombrar— me impidió dejarla sola. La encontré junto a un pequeño lago, abrazándose a sí misma, con esos ojos verdes perdidos en el agua como si buscaran respuestas que nadie podía darle. Me senté a su lado sin pedir permiso. —Valentina —dije finalmente, con voz más baja—. Sé exactamente cómo te sientes. Y por eso estoy aquí. Tu padre me pidió que, si algo le ocurría, fuera yo quien te cuidara… y te ayudara a adaptarte a lo que está por venir. Ella giró apenas la cabeza. Sus ojos verdes seguían húmedos, pero había una fuerza que empezaba a asomarse detrás del dolor. —Tú no eres mi padre —susurró. —Lo sé —respondí, mirando el lago—. Pero a partir de hoy tu vida no será la misma. Vas a necesitarme, aunque ahora no lo creas. Y supe —con una certeza que no quería admitir— que era verdad. Ese fue el instante en que entendí que nada sería igual para ninguno de los dos.

editor-pick
Dreame - Selecciones del Editor

bc

30 Days to Freedom: Abandoned Luna is Secret Shadow King

read
314.7K
bc

Too Late for Regret

read
317.0K
bc

Just One Kiss, before divorcing me

read
1.7M
bc

Alpha's Regret: the Luna is Secret Heiress!

read
1.3M
bc

The Warrior's Broken Mate

read
144.9K
bc

The Lost Pack

read
436.1K
bc

Revenge, served in a black dress

read
152.6K

Escanee para descargar la aplicación

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook