—¿Hola? —volvió a repetir la rubia, pero León se quedó inmóvil mientras el viento, que esta vez estaba en su contra arrastraba consigo el olor de aquellas dos. Olían mal. No porque su olor fuera desagradable, pero olían a lo que León conocía como mentirosas. Así que, sin hacer más caso, les dio la espalda nuevamente. Las dos soltaron un quejido indignadas, sonaba como si les atorara un hueso de fruta en la garganta a ambas. —Increíble…—bufó Lidia. —¿Eres amigo de Bethany? —se aventuró Esther como un método para obtener información relevante. Con lo que no contaba era que el imponente chico frente a ellas, haría caso omiso de su pregunta. El hecho de que las ignorara solo les provocó a ambas una rabieta que tuvieron que aguantarse, tragarse y continuar con sus falsas sonrisas de amabil