(Dos semanas después). —¿Aun tienes pesadillas?. —Ocasionalmente. —¿Cómo te has sentido?. —Cansada. —¿Has tomado tu medicamento?. —Si, lo he tomado como me lo recetaste. —¿Y que hay de tus pensamientos suicidas?, ¿Quieres contarme sobre eso?. —¿Mis pensamientos suicidas?. —Si. —No entiendo. —¿Acaso lo olvidaste?, hace dos semanas trataste de lanzarte del tercer piso, por suerte uno de los enfermeros te sujetó a tiempo. —¿Qué?. —¿No lo recuerdas?. El lugar se quedo en silencio. —No, creo que…esta equivocada…yo no…¿Dónde esta mi esposo?. —¿Tu esposo?. —Si, él, él….Connor, ¿Dónde?... —Regina, tú no tienes esposo. —¿Qué?, se equivoca, si lo tengo, él estaba en casa…él…. —Regina—La interrumpió la mujer que estaba sentada en un sofá café frente a ella, —Tuviste un accident

